El suicidio, un fenómeno de compresión social y de salud

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Por: Lucero Circe López Riofrio

El suicidio es una problemática social compleja y que requiere de un análisis puntual, objetivo y profesional, en donde varias disciplinas sociales y humanas intervengan, con el objetivo de ampliar la mirada sobre este fenómeno y dejar de colocarlo como un problema individual y que depende únicamente de la salud mental de las personas y responsabilizarles de pedir ayuda o no, aun sabiendo que existen diversas resistencias a acudir a sesiones de psicoterapia y que esta sea brindada por profesionales e instituciones que velen por la salud emocional de la población, cuando son muy pocas las que pueden brindar este tipo de servicio hoy en día y que fundamentalmente sea de manera gratuita.

Algunas de las personas que se suicidan presentan un largo historial de depresión, que pocas veces identifican, y que en ocasiones se confunden con tristeza, pero es mucho más que eso, porque está  centrado en una sensación de inconformidad con todo lo que son y con todo lo que les rodea sin saber exactamente qué es lo que les molesta, inquieta o inconforma. Las personas que sufren depresión pueden ser trabajadoras y productivas, además de relacionarse y tener amistades, sin embargo, hay un gran vacío y que este no se llena “echándole ganas” o con el amor o con la práctica del sexo, por el contrario estos dos pueden colapsar a las personas al punto de quitarse la vida.

Existe en nuestra cultura un gran número de remedios, pócimas y demás artilugios para quitarse ese “mal” que aqueja al espíritu, de ahí que hay personas que prefieren recurrir a este tipo de alternativas, que además son más costosas a la larga y que casi siempre terminan decepcionado, y es que hay una serie de mitos, fantasías y mucho desconocimiento sobre lo que es ir a psicoterapia, y ponerse en manos de profesionales y hablar sobre lo que nos sucede y nos da miedo, lo que nos causa inseguridad y lo que no nos gusta de nosotros/as mismos/as.

Algunas cifras nos indican que en lo que va de este año 80 personas se han suicidado, lo cual es terrible y conmueve socialmente, pareciera que al hacerse una pregunta tan simple como ¿qué puede hacer que una persona se quite la vida? no tuviera respuesta, y es que justamente de eso se trata, de llenar de contenido y comprensión lo que este fenómeno genera y provoca en la ciudadanía, es decir de llenar de respuestas para atender este fenómeno.

Existen varias hipótesis, las cuales deben irse analizando cada una y realizar un trabajo multidisciplinario que ayude a construir alternativas que no sólo permitan prevenir este hecho sino que ayude a ampliar los elementos de atención y auxiliares que ayuden a que no se suiciden más personas, algunas de estas hipótesis son:

  • Desatención de las necesidades de básicas para la subsistencia, es decir, el dinero no alcanza, la pobreza es algo real y devastadora, principalmente en las personas adultas mayores que no cuentan con trabajos acordes a sus necesidades y con programas sociales que atiendan al menos la suficiencia alimentaria de tres comidas al día y servicios de atención adecuados, gratuitos y geriátricos como albergues y estancias de tiempo completo. Las personas adultas mayores no son flojas simplemente no se han creado políticas públicas integrales para este amplio sector de la población solo hay políticas asistenciales y selectivas.
  • Existe una implícita presión social asociada al éxito, a la felicidad, a la acumulación, al poder, lo cual resulta complicado de satisfacer, generando una acumulación de frustraciones y de la asociación de acciones que ponen en riesgo no solo la vida de las personas sino la estabilidad económica, emocional, familiar y social, al querer responder a esos mandatos y estereotipos de género que en el caso de los hombres, propicia una mayor exposición al suicidio o a las muertes violentas.
  • La imposición y presión social tendiente a la moralización estricta y castigadora en el cumplimiento de ciertos valores, morales y religiosos en su mayoría, que resultan difíciles de cumplir. Hoy en día vemos con preocupación un mayor auge de programas televisivos alusivos no a la reflexión sobre la importancia de respetar la ley y fortalecer el estado de derecho, sino más bien a la subordinación que debe imponerse ante la culpa y la idea de que esa conducta es mala, más no que es un delito, lo cual se traduce o se asocia en un gran sentimiento de culpabilidad y adoctrinamiento, más no de reflexión que conlleve a la búsqueda de ayuda para fortalecer no sólo la autoestima sino el autocuidado y la civilidad.
  • Los territorios en donde existe alta criminalidad que afecta la dinámica de relacionamiento de las personas, hay desconfianza, temor, descompone la convivencia social y desarticula la reconstrucción del tejido social. Cada vez es más difícil confiar en las personas, crear comunidad, es evidente que hay personas que están relacionadas con la drogas, con grupos de criminalidad y con ello también hay una presión social asociada al endeudamiento y el alto consumo de drogas, que resultan impagables y que genera una gran desesperación la cual es compleja de superar.

El suicidio no es un acto aislado es tan solo un síntoma de la sociedad que con este hecho nos dice que hay malestar, sí malestar en la cultura, que hay un profundo y terrible egoísmo, que vivimos del ego más no de la verdad que nos resulta apabullante y nos debilita hasta el punto insostenible de repudiarnos y aislarnos de lo que somos, porque reconocer que somos valiosos/as como personas y que podemos pedir ayuda resulta ser un desafío enorme y difícil de superar desafortunadamente.

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