Gerardo Herrera

Arte, artesanía, creatividad y manos.

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Las regiones de los pueblos y comunidades indígenas expresan el gran valor que tienen a través de su arte que transformado en artesanía generan la expresión de la realidad de lo posible. No confundo arte y artesanía, el arte es la actividad en la que el hombre recrea, con una finalidad estética, un aspecto de la realidad o un sentimiento en formas bellas valiéndose de la materia, la imagen o el sonido.

Para los pueblos y comunidades la expresión de las artesanías está dada a través de su pensamiento y cosmovisión, ellos, comprenden que la Tierra es una Madre, que pare a los seres vivos, los alimenta y los recoge en sus entrañas. “Nosotros pertenecemos a ella, entre una madre e hijos la relación es de pertenencia mutua. Nuestra Madres es sagrada, consecuentemente nosotros somos sagrados”. De esta manera, las manos de los artesanos expresan en el manejo de la materia, la imagen o bien el sonido obras que más allá de un bien para su uso cotidiano, representan el arte objeto.

Cada miembro de la comunidad antes de tener derechos, tiene obligaciones: como las faenas, la asistencia a las asambleas, el pago de cooperaciones, y el buen comportamiento; durante muchos años he tenido la oportunidad de convivir con miembros de las comunidades indígenas, y regresar una y otra vez a las actividades comunales y ceremoniales. Me gusta ir cada vez que puedo observar que comparten en medio de sus festividades sus productos para la venta, es una delicia a la vista el banquete de arte objeto que se muestra al público tanto originario como mestizo. Baste haber participado en los corpus, para conocer la generosidad de los pueblos originarios.

Hace unos días, estuve en Cuanajo, y también en Pátzcuaro, durante mi visita me entreviste con dos personajes del arte originario: Helio López Bartolo y Saúl Cuin Casimiro que han desafiado el mandato de la masculinidad para impulsar acciones que permitan el reconocimiento del talento del hombre en el ejercicio del bordado, hilado, corte y confección y diferentes productos elaborados por sus manos que tejen con hilos finos las masculinidades indígenas recipiendarias de la experiencia ancestral de sus adultos mayores, y que ahora mismo, muchos de ellos con sus actividades están brindando la seguridad alimentaria y de vida a sus familias.

Ya en otras ocasiones exprese mis comentarios sobre Helio López, ahora será con Saúl Cuin; Saúl es un joven originario, que vive en Cuanajo, su cariño y respeto por el telar le pone en la antesala de los concursos artesanales de piezas elaboradas con hilo de algodón y lana en telares de cintura; sus diez dedos y sus dos manos, así como su racionalidad permiten que utilice con destreza el telar de cintura, crea desde cero las fajas o telas que serán presentadas en concursos, las grecas, o dibujos que lleva la faja son ya conocidos en su mente, no requiere de una calca u otro instrumento, basta su racionalidad para alcanzar la perfección de cada uno de sus diseños.

El manejo del telar de cintura, no solo no es un instrumento artesanal complejo, sino que se requiere de la armonía mental y manual para avanzar en la construcción de sus prendas que podrán utilizar para embellecer sus atuendos.  El telar de cintura tiene un gran aporte, ahí se crea el arte objeto, así darán los hilos y la racionalidad, talento y diseño del artesano o artesana que ofrecerá parte de su ser a la colectividad, al entregar su trabajo. Saúl, ha logrado diseñar la pedagogía sobre el uso y manejo del telar, ello, le ha permitido impulsar muchas veces más su capacidad y la  velocidad, su certeza en cada conteo de los hilos para preparar las grecas diseñadas y la mezcla de los diversos hilos de colores que van formando la faja, en un sinfonía que ofrece una  combinación de inteligencia, emoción, pasión, pero sobre todo amor por el trabajo artesanal.

Saúl, es un hombre joven, de gran talento, visionario y protector de su cultura ancestral; se esmera por la perfección que solo la mente y mano del hombre puede dar en el acabado de las piezas que ofrece a sus compradores, piezas únicas, irrepetibles, y de contenido social y humano.

Le pregunto a Saúl, qué significa para él una pieza artesanal?, piensa, quiere hablar y plantear muchas cosas a la vez, pero nuevamente se detiene y finalmente: “para mí, es una parte de mi vida, cada una de mis obras, del arte objeto que produzco es resultado no solo de mis manos, al contrario es un conjunto de habilidades que suman mi mente, mi talento, mis emociones y desde luego el encontrarme con el telar de cintura que me permite iniciar de cero algo que no existía, que requiere de la presencia del ser humano para ser posible”. Lo interpelo, entonces tu tejes la realidad de lo posible, sin más contesta, sí, todos los artesanos tejemos en la realidad de hacer posible lo que está en nuestras mentes y lo que ofrecemos una vez que le arrebatamos a la mente y a las habilidades un arte objeto que embellecerá otros espacios, que ofrece la estética.

Saúl, ahora comprende la visión con que escribe Ernest Bloch, filósofo alemán, cuando expresa que la esperanza, no es esperar a que las cosas pasen, que la esperanza significa moverse, significa escribir y hacer aquello que aún no se diseña ni se escribe, aquello que aún no se inventa; asi nuestro entrevistado expresa amplio conocimiento, porque él está produciendo de manera permanente aquello que aún no existe.