Descontento social

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Cada vez más, leo y escucho construcción de discursos dirigidos a resaltar la pesadumbre de la población de no estar de acuerdo con los impactos que generan las políticas públicas de seguridad y desarrollo social, entre las cuales destaco este pronunciamiento: “Basta de discursos de inclusión sino se vive con garantías de seguridad y justicia”; será difícil avanzar en cualquier sentido, si el diseño de la política pública no incluye de manera transversal, no solo, las cuestiones de perspectiva de género, derechos humanos, no discriminación, multiculturalidad, cultura de la paz y todas las cuestiones axiológicas, sino considera un eje fundamental que se llama  creación y desarrollo de la conciencia social.

Acción que por cierto vengo trabajando de manera permanente desde hace ya años, es decir de una conciencia que permita la tolerancia y el ejercicio del respeto, con valores, con principios y en el ejercicio de las virtudes sociales.

Al parecer, éste es el sentir de la población,  y ya nos rebasa el solo decir que tenemos las normas, las estructuras y las políticas públicas, porque lo que observamos como sociedad continua siendo miedo ante la inseguridad que vemos y vivimos a diario, la desigualdad social, la violencia, la discriminación, la invisibilidad de muchos segmentos de la población.

La realidad es que el gobierno federal no podrá brindar seguridad a la población como lo desea, como lo deseamos, toda vez que no puede tener a un  elemento de seguridad por ciudadano para que lo cuide, eso es meramente imposible. La verdad es que debemos de transitar por caminos paralelos tanto las autoridades de las tres órdenes de gobierno, como la ciudadanía,  en un ejercicio de gobernanza, es decir, debemos de caminar fortaleciendo las áreas de prevención del delito, aquellas áreas que permiten vigorizar la formación y prevención del delito de la población, pero que hoy o no cuentan con los recursos suficientes o bien fueron ya atomizadas y subsumidas por otras áreas o desaparecidas por las autoridades, no reconociendo en éstas la gran importancia que tienen, sobre todo en la formación de los niños, niñas y adolescentes que cursan su educación básica.

Hoy la comunidad y desde luego acompañada de sus autoridades, deben impulsar procesos de cohesión social que les permita despojarse de toda aquella formación que ha generado el mercado de bienes y servicios promovido por la seducción y que ha formado a entes antes que sociales, entes económicos, y cuyo perfiles son de hedonistas, narcisistas, individualistas, libres en su toma de decisiones, que buscan el éxito, el lujo, cuyos efectos los han formado con valores individuales y no colectivos, y que en estos momentos se requieren, es decir,  los valores colectivos como la cooperación, la colaboración, el altruismo, la solidaridad y otros más que permitan avanzar en la cohesión social y sus principios de confianza, identidad, valores y trenza social.