Rosmi Bonilla

Espejo Roto

Columnistas Principal

La simulación del “Parlamento Abierto”

“Se necesita valor para levantarse y hablar, pero se necesita más para sentarse y escuchar” Winston Churchill

La simulación es la gran trampa en las políticas públicas y los mecanismos de participación ciudadana -formales o no- no se escapan de pretender que, mediante la convocatoria a sociedad civil, se legitime una decisión ya pretomada.

Durante poco más de seis semanas, el Congreso de la Unión finjió escuchar y analizar las propuestas de expertos, cámaras y actores involucrados en la reforma energética que, al final, no sufrió una sola modificación en la propuesta enviada por el Presidente de la República.

¿Para qué, entonces, movilizar a tantos actores?  Para legitimar, con su sola presencia, una reforma a todas luces contraria en, muchos aspectos, a la opinión general.

Durante este ejercicio de “parlamento abierto” (entre comillas porque no cumplía con los indicadores propuestos por la Alianza para el Parlamento Abierto[1]) hubo desánimo de las organizaciones de sociedad civil convocadas, hubo momentos en los que, incluso, se cambiaron horarios y modalidades de las ponencias que impedían la participación de la sociedad civil y hubo exposiciones y discusiones desatendidas por los propios legisladores.

Cada vez es más frecuente que, ante la presión de la sociedad, las autoridades simulen apertura a los mecanismos de participación ciudadana haciendo un gasto , cuando menos, de recursos materiales, técnicos y humanos pero sin resultados, sin involucrar verdaderamente a los actores en la toma de decisiones públicas.

Esta opinión no abordará el resultado de la Reforma Energética propuesta; sino el mencanismos que pretendió legitimarla desde la sociedad civil sin lograrlo.

A prácticamente mes y medio de este ejercicio, los resultados son inexistentes.  Es decir, el material, las relatorias, las conclusiones se encuentran expuestas en el Libro Blanco [2] pero , en esencia, la Reforma se planteó tal cual venía propuesta por el Ejecutivo.

Ello generó un intenso debate entre las fuerzas políticas del país que, incluso, llegaron a una Acción de Inconstitucionalidad ante la Suprema Corte pero como una simple y ordinaria medición de fuerzas entre partidos en la que, nuevamente, la ciudadanía, sus opiniones, posturas y – sobre todo- el bien común quedaron fuera.

Infructuosa la convocatoria a la Sociedad Civil porque no se le toma verdaderamente en cuenta.  Así, en esa misma tónica, transitan Foros para Planes de Desarrollo nacionales, estatales y municipales; así convocatorias a Foros para presentar iniciativas ciudadanas; así las convocatorias a Consultas y Asambleas que solo sirven para cumplir un requisito pero no para el fin para el quel fueron creados: involucrar a los ciudadanos en la toma de decisiones públicas.

Autoridades y ciudadanos nos debemos mucho todavía en términos reales de participación ciudadana efectiva y vinculante.


[1] Disponible en: https://imco.org.mx/diagnostico-de-parlamento-abierto-en-mexico/

[2]  Disponible en: https://www.diputados.gob.mx/parlamentoreformaelectrica/pdf/Libro_Blanco_Completo.pdf