Gerardo Herrera

Género, no es binario ni universal.

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Durante muchos años, me cuestioné,  si es que solo había el género femenino y masculino, si era así, en dónde quedaba la condición social de una personas que no se siente ni femenina ni masculina, es decir que es no binaria, pero también, aquellos cuerpos de hombres o de mujeres que no deseaban estar en el cuerpo en que viven, porque desean no estar alineados a su cuerpo y su género, quieren el otro género; razón por la cual, hay un segmento de población que no vive, o no quiere vivir esa moneda de doble cara que es la colonialidad y la modernidad, que ha hecho infelices a millones de personas en el mundo, ya que no les brinda la oportunidad de saberse como son en una sociedad que se plantea un binarismo, un universalismo, y una manera de ser y estar, frente a la diversidad social, cultural y sexual, además de la existencia de pluriversalismos, es decir, la manera de ver de diferente forma el cosmos. Se nos homogenizo, y hoy se ven la cosas normalizadas y naturalizadas, incluida la violencia contra las mujeres.

Cuando leí los avances teóricos de María Lugones, así como de Rita Segato y desde luego de Aníbal Quijano, Enrique Dussel y Ramón Grosfoguel, logré comprender la importancia de no ver la homogenización de que hemos sido objeto por los procesos de colonización en el poder, el saber, el ser y la colonia, es decir, la matriz colonial, que generó la apropiación y control de la economía, el control de la autoridad, además, el control del género y la sexualidad y el control del conocimiento.

El género no es universal, estudios de María Lugones, pero además de otras investigadoras como Oyewúmi y Allen, que señala Walter Mignolo en el texto “Género y Decolonialidad”, precisan que en otros sociedad, se rigen no por el androcentrismo, el sexismo y el género, sino por cuestiones de señorío y de espiritualidad, ahí estriba el poder de la persona que puede ser hombre o mujer quien lo desarrolla. Veamos lo que nos dice Oyewúmi.

La Antropología, fue la disciplina que trajo a Occidente la idea de que el género se construye socialmente, que las sociedades organizaron las categorías de género de diferentes maneras y que, por lo tanto, el género debe entenderse como una construcción social y no biológica; consideración que es clara, porque finalmente el hombre utiliza el trabajo de la mujer en su beneficio, a partir de la división internacional del trabajo.

Esta consideración no hizo mella en las afirmaciones universalistas de Occidente cuando los antropólogos dieron la vuelta al mundo para buscar la subordinación de las mujeres. Desde este punto de vista, no había dudas de que las “mujeres” existían como una categoría, como un tema, siempre ya constituido y listo para ser estudiado. Pero dichas mujeres eran subordinadas de manera universal, es decir todas las mujeres, situación que no correspondía a la realidad objetiva.

Oyewúmi, expresa que estaba particularmente intrigada por la constante afirmación de que, a pesar de que las diferencias entre hombres y mujeres no eran tan grandes, las sociedades humanas utilizaban todo tipo de artificios como el lenguaje y la organización familiar para enfatizar y exagerar estas diferencias para mantener a las mujeres impotentes y subordinado. Continúa su narrativa la socióloga y expres que ella esta afirmación le fascinó porque el idioma yoruba contrarrestaba por completo esa declaración. En lugar de percibir a hombres y mujeres como diferentes, los yoruba en realidad los presentan como lingüísticamente iguales.

Ella señalo que el Yoruba era un lenguaje sin género por excelencia en el sentido de que no había pronombres de género o categorías de parentesco por género. Los yoruba no tienen una sola palabra para hijo, hija, hermano o hermana en su vocabulario cotidiano.

“De manera similar, las categorías de Yoruba traducidas a marido y mujer en inglés no eran específicas de género porque ambas categorías incluían personas de ambos sexos anatómicos. En todo caso, expliqué en las clases que tomaba que las categorías de parentesco yoruba expresaban la antigüedad y no el género”.

“Lo más importante, expresa la investigadora, la jerarquía dentro de la familia no se basaba en el género, sino que la conducta privilegiaba a la persona que era mayor en cualquier interacción particular en un momento dado. Al parecer, nadie quería involucrarse con mis hallazgos. Cuando levanté la mano en clase y me opuse a estas suposiciones universales injustificadas sobre hombres y mujeres, mis comentarios fueron ignorados o descartados. Posteriormente, llegué a entender que África no cuenta mucho en las teorías sobre la condición humana”.

Es más, debido a que la igualdad de las mujeres era un signo de civilización y porque Occidente era supuestamente la región más civilizada del mundo, los occidentales creían que ninguna sociedad podría haber sido organizada de manera diferente. Y como observamos los Yoruba la tenían, así mismo los amerindios de los EEUU, utilizaban la espiritualidad para determinar el poder que podía tener una mujer o un hombre, y no necesariamente un hombre.

Por otro lado, recordemos en nuestras formas de organización mesoamericanas y en especial en Oaxaca, la población Muxe o el tercer sexo es aceptado totalmente y con ello, se desafía el género binario. También recordemos lo que se expresaba por los berdaches, que eran hombres o mujeres que asumían roles femeninos y masculinos de manera integral, porque finalmente su poder estribaba en ser integralidad, al asumir la posición de hombre y mujer, y ahí estaba su poder, ya fuera un hombre o una mujer.

Considero que no debería existir el  género, las personas deberían ser libres de ser como quisieran, libres, autónomas para tomar decisiones y ser felices.