Gerardo Herrera

La fresa mágica y Maii.

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De Jacona rumbo a Jiquilpan, una enorme fresa asoma su grandeza y color; era grande,¡¡tan grande!!! que en su centro se escuchaba su energía, y es que, ahí dentro, estaba en lo más profundo el corazón, que latía y sostenía la energía mística y sagrada para las  y los jaconenses. Los carros transitaban en un constante ir y venir, solo su ruido y,  el  humo,  lograban distraer de su propósito aquella gran fresa que era admiración de todo aquel que pasaba.

La gran fresa, colocada sobre un pedestal,  sabia de su hermosura, de su diseño, de su textura, su sabor, su olor, su color; sabía que halagaba a niños y niñas, a jóvenes, también a los adultos y a los abuelitos, siempre se escuchaban frases muy parecidas cómo “estan listos”, “estas lista”, “los que estén listos abran los ojos y prepárense para la foto, digan fresa”, ¡todos reían!

A ella, le gustaba ser centro de las fotografías que se tomaban cientos de personas que a sus pies expresaban diversas posiciones corporales para estar cerca; muchos la tocaban, otros se acercaban queriendo robar una mordida, muchos otros, con sencillez, con humildad,  ponían sus cuerpos a un lado para que fuera ella el centro y la admiración y no ellos. Muchos otros,  llegaron a utilizar ese espacio que era su centro ceremonial para otros propósitos, pero todos, absolutamente todos dejaban su pago.

Y ustedes se preguntarán ¿qué pago?, había una pago, es decir, sin saberlo, cada uno de los que ahí se acercaba a tomar fotografía buscando el mejor ángulo para lucir la belleza de sus cuerpos y lo grandioso de ésta, dejaba un tributo, nadie sabía, solo ella; lo exigía, nadie estaba exento de pagarlo, no, no, al contrario, todos dejaban su pago, dejaban su energía, ella sabía de la importancia que tenía tener energía para que siguiera latiendo ese corazón profundo.

Dicha energía hace que la gran fresa sea un instrumento de interacción con los humanos, esa energía que le da esencia espiritual, esa energía que le brindaba las fuerzas para el amor, para generar esa luz, que se proyectaba en cada una de las imágenes que se tomaban, y es que ella sabía, que no era una estructura añosa, de cemento y pintura, sino una estructura como ella lo gritaba siempre con asombro y gozosa de verlo y sentirlo tan real, porque ella es naturaleza, y respira el aire, se proyecta desde lo infinito y destaca  desde la montaña su grandeza; por las mañanas ella siente las gotas del agua del roció, y ve con ojos de amor,  a quienes la rodean y cercana ella toman un fotografía.

La gran fresa, no podía ser  estática, ella es dinámica, ha sido construida por el hombre, y ha sido el hombre quien le ha dado la energía para actuar, para acompañar, para seducir, para complementar, para ser un instrumento de placer visual.

Un día, como todos los días, llegaron a tomarse fotografías varios jóvenes, ellas y ellos son hermosos, inteligentes, sensatos, y reconocieron en la gran fresa un importante símbolo, por lo que se acercaron y pidieron permiso para tomar la fotografía, unos a otros se reían y expresaban que: “seguro y la gran fresa nunca contestaría, que estaba de acuerdo en que se tomaran las fotos, de hacerlo tendrían que salir corriendo a una cita con el psicólogo”, jajajaja, reían sin parar.

De esta manera, nuevamente la gran fresa, fue marco para que dichos jóvenes tomaran diversas fotografías; muchas de las fotografías fueron personales, otras en pares, otras más grupales, y finalmente una fotografía exclusivamente para ella, para la gran fresa.

La gran fresa había quedado plasmada en aquellas fotografías, pero no solamente eso,   ahora compartir su energía y su magia con aquellos jóvenes, que iniciaron a ver como sucedían desde eso momento diferentes situaciones en las cuales siempre estaba presente la gran fresa.

Sin embargo, solo uno de estos jóvenes, observaba que en su vida, ahora estaba presente la gran fresa y era recurrente en su hacer cotidiano, y es que ésta al ser energia, se había enamorado de aquel joven, cuyos ojos eras dos luceros, la sonrisa generosa, de mirada franca y fresca, siempre con paso firme y con una limpieza absoluta, de respuestas inteligentes, de sencillez y humildad en su trato, que la fresa ahora quería estar a su lado, quería abrazarlo.

Sin recordarlo Maii, (así se llama el joven afortunado de ganar el amor de la gran fresa), fue su celular quien tenía la carpeta de las fotografías; la energía de la gran fresa estaba ahí en el celular, estaba presente, acompañándolo, haciéndolo suyo minuto a minuto, cada vez que hablaba éste su respiración tocaba el corazón de la gran fresa, cada  pieza musical la estremecía, cada vez que ponía el despertador, ella despertaba con él. No entendía Maii, porque a la mente se le venía constantemente la imagen de la gran fresa, en ocasiones sentía el latir de un corazón cuando acercaba su celular a su oreja, y es que era el susurro que soplaba para expresarle que estaba ahí.

La gran fresa, lo quería cerca de ella, y hacia lo imposible porque estuvieran juntos, ahí, donde se habían tomado las fotos, donde la gran fresa se había enamorado. Era tanta la perturbación mental que tenía Maii, que fue al monumento de la gran fresa, se paró frente a ella, la observo, la rodeo, miro cada uno de sus ángulos, el volumen de su estructura, la abrazo, la siento, la olfateo; siento su calor, y la sensación que se movía, pero no podía ser eso posible, era solo una estructura de cemento, pero ahí estaba Maii frente a ella, dominado por el desconcierto, paralizado por la sensación de no poderse retirar y de querer seguir admirandola.

La noche cayo, y  a sus pies se acomodó, el escuchaba dentro de su cabeza, una voz lejana decir, “ponte cómodo, relájate, como si estuvieras en savasana (postura de muerto en yoga), inhala profundamente, exhala, ahora duerme, duerme que yo te cuidare” en la oscuridad escucho una música de tambores, su cabeza hormigueaba, como cuando se duerme un pie, sus dedos de la mano se endurecieron, y los brazos se le contrajeron poco a poco, y así inicio su viaje, que a pesar de lo extraño de las sensaciones, no tenía temor y continuo con sus ojos cerrados.

Entro sobre un túnel oscuro que lo llevo a escenas de diferentes momentos de su vida, continuo el viaje y entro en otro plano de la realidad, solo escucho como del otro lado alguien extendía su brazo y con una voz llena de dulzura, escucho  “dame la mano, yo te acompaño, confía en mí, pronto estarán juntos”.

Maii respiraba agitado, fuerte, rápido y más fuerte, hasta que el cuerpo se convulsiono y arqueo,  fue tan fuerte el impacto que salió disparado a otro espacio de la realidad, era otro momento, otro espacio, otra realidad, era otro nivel. Maii estaba contento, era una sensación indescriptible, se sentía libre, totalmente libre, entonces comenzó a reír y a disfrutar el momento.

Nuevamente la dulce voz, expresaba “confía”, a dónde vamos pregunto Maii?, se resistía a lo desconocido, a lo lejos y después de tener varios espasmos, había una luz intensa, una luz que emanaba energía y calor a la vez, Maii se sentía abochornado por el calor, tenía mucho sudor, estaba ya mojado, estaba aún en trance; pero poco a poco aligerando la respiración, algo inusitado estaba viviendo, él  estaba frente a la gran fresa, una expresión que ahora había tomado la forma de corazón y a  la cual no podía mirar fijamente porque lo cegaba tanta luz, en ese momento Maii y ella se mostraron como eran, una esencia espiritual, una misma energía de amor, una luz intensa, en donde ambos supieron que eso son, es decir, ese es su verdadero ser y el mío, expreso él.

No podía con el asombro y el disfrutar de lo que estaba viviendo en energía y espiritualidad, era ella, a quien veía y sentía tan real, éramos ambos como uno, como un todo se repetía en su interior. Ella me dijo, el amor ahora está en nosotros, en ti y  en mí, abrázame.  

El amor es naturaleza, es energía, es aire que baja desde las montañas y por las cañadas recorre hasta llegar a ti, el amor se ve en el agua cristalina, y lo veo en tus ojos, porque sé que tú también me amas decía ella, hecha energia.

Maii en ese momento había perdido el miedo, estaba flotando, disfrutando de la energía, disfrutando del amor, cuando sintió recorrer un tremendo ventarrón sobre su cuerpo desnudo que lo hizo despertar. Los rayos del sol aparecieron, Maii no quería salir de esa realidad, de esa lejana dimensión, de ese lugar perfecto de energía y amor.

Cuando Maii se pudo parar, sintió como si se le hubiera quitado su piel, todo su cuerpo era sensibilidad y vulnerabilidad, lo único que deseaba era regresar a su casa, estar solo y en silencio para digerir lo que había vivido, una romance de energía y amor con la gran fresa. Su mente estuvo por mucho tiempo ausente, seguía sintiendo su cuerpo sin piel, y poco a poco comprendió que la energía está en todas partes, y que aquella experiencia lo había transformado.

Hoy, en Jacona, Maii sabe que si de energía se trata hay que ir a tomar fotografías al pie de la gran fresa, porque ahí se resumen en los cuerpos la energía espiritual, la física, mental, en el entorno y la llamada emocional, Maii sigue enamorado, como lo seguirá toda la vida, esperando cada noche, volver a vivir su encuentro en otras realidades donde la energía y el amor, sea posibles para la complementariedad en unidad.