Gerardo Herrera

La Joya de Apatzingán

Columnistas Principal

Por: Gerardo A. Herrera Pérez

Ir a la colonia la Joya, del municipio de Apatzingán (se ubica rumbo a la Virgen de Acahuato), es adentrarse a las necesidades de una colonia joven, en dónde faltan aún muchos de los servicios municipales y donde las personas van construyendo poco a poco su espacio que será donde viva una familia, y no necesariamente una familia nuclear, sino cualquier tipo de familia que existen actualmente.

Los colonos de la Joya son amables en su generalidad, hay muchas niñas y niños, son respetuosos y se someten a la disciplina de sus madres. Los niños y las niñas juegan de manera integrada, es decir, no vi jugando de manera aislada solo a niñas o bien solo a niños y eso me da la esperanza de una primera lección, la integración de los niños y niñas en juegos comunes y en tareas que disfrutan por igual ellos y ellas sin androcentrismo, sin violencia, sin discriminación.

Llegar a la colonia la Joya no es complicado, la entrada a dicha comuna requiere de mucha pericia para sortear el primer obstáculo que es pasar de un lado a otro de la carretera para acceder a la calle por la cual se baja a la colonia; es una calle sin pavimentar, sin topes, y angosta. Al paso de los automotores (vehículos, motocicletas y bicicletas) sobre la brecha de tierra y piedras para llegar al punto de reunión con un grupo de mujeres y sus hijos, se observa la situación personal de las familias que ahí se desarrollan, las casas son de madera, lámina de cartón y hules, algunos de las pasadas campañas de 2018.

Parece ser una contradicción, algunos de los asentamiento de la Colonia, cuentan con agua potable, algunas casas, tal vez en su mayoría no, luz pública al igual no está en todo el conjunto habitacional popular, también faltan  otros servicios fundamentales como el que pase el carro a recoger la basura y otros servicios  que fortalezcan el derecho humano a la educación básica, es decir no se cuenta con una secundaria; los niños requieren de una mayor motivación en sus espacios de educación para fortalecer la lecto escritura y el cálculo básico, pero también para ir construyendo la historia de todos los pobladores y colonos y hacer identidad, que permita la cohesión social.

Me gusto ver muchos espacios habitados por personas que privilegian la presencia de las plantas y cuidan de los árboles frutales (vástagos, guayaba, ciruela, mangos, limón, etc), algunas de ellas verdaderos bosques con microclimas derivado de la gran cantidad de plantas, entre ellas la planta de algodón.

Tuve la oportunidad de compartir una reunión de trabajo con señoras y con sus hijos; durante mi entrevista con sus hijos hice diferentes preguntas, todas ellas relacionadas con los derechos humanos, esperando respuestas sinceras y responsables de las y los niños. Ellos me respondieran de manera generosa cuando pregunte sobre las cuestiones de las obligaciones, uno de ellos,  el más inquieto pero a la vez de mayor agudeza racional, me contesto que el lavaba la ropa, los trastes, tendía la cama y muchas veces lo hacía en ausencia de su mamá, porque dijo ella se va y me deja con todo. La mamá en un tono de pena, solo se sonrojo, en fin dicen que los niños no dicen  mentiras. Los niños seguirán siendo ocurrentes y nunca dirán mentiras. Hice hincapié en el Parlamento Infantil, pero todos los niños y niñas aún son pequeños.

En mis reflexiones hable sobre la trata de personas y el flagelo que viven los padres, el abuso del celular y la seducción de un mercado que nos hace hedonistas, narcisistas, individuales y libres.

Por su parte con las señoras tocamos temas de interés sobre prevenir la violencia y generar ambientes de respeto con la pareja y con los hijos.

Más tarde convivimos en un ejercicio de cohesión social, en donde generamos la confianza, los valores de respeto, la identidad de pertenecer a la colonia de la Joya, y por último la convivencia. Con una pequeña rebanada de pastel y un poco de agua de sabor todos y todas las participantes disfrutamos de un momento de tranquilidad y respeto.

Al finalizar a los niños y niñas se les entregó una lotería de los derechos humanos, como parte de su trabajo y amor por las personas en condiciones de vulnerabilidad.

Quiero destacar la presencia y acompañamiento de la sociedad civil y de la autoridad en materia de derechos humanos para hacer ejercicios de gobernanza, así, estuvo participando, Por amor a mi tierra Apatzingán, A.C., y el Órgano Autónomo de Derechos Humanos, quienes avanzan en las tareas de fortalecer la difusión de los derechos humanos tanto para niños, niñas y madres de familia. Agradecido con Emily Stephania, presidente de Por amor. 

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