Gerardo Herrera

Las niñas y la violencia

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Felicito a todos, todas, todes los que desde su trinchera realizan acciones a favor de la niñez, debemos de hacerlo más colaborativamente y más en el sentido de construir para un mundo mejor para las niñas y las mujeres. 

En diversas ocasiones me ha tocado en el sistema de la educación básica capacitar, informar o formar a la niñez, y ello, me ha dado la oportunidad de conocer los fondos y estructuras de la violencia que viven.

Reflexiono sobre el asunto de la violencia sobre las niñas y lo primero que reconozco es la Convención de los derechos del niño de 1989, la convención más firmada por los países miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU) al igual que la Convención de la CEDAW, o bien el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y de Medio Ambiente, así como sus protocolos facultativos, de igual manera la Plataforma de Beijing de 1995, grandiosos instrumentos, pero que aun falta mucho por conocer y aterrizar.

En su artículo 19, de dicha Convención de los derechos del niño, se refiere a que la niñez debe ser protegida de toda forma de maltrato o abuso físico o psicológico, trato negligente y explotación, incluido el abuso sexual, en tanto estén bajo la custodia de sus padres, tutores, o cualquier adulto encargado de su cuidado y protección, en tanto que, el Estado tiene la responsabilidad de dictar medidas orientadas a la protección de quienes se encuentren en esos supuestos.

Este artículo es base, para la comprensión de lo que viven las niñas, en términos de exclusión, discriminación y violencia no solo en México, sino también en América Latina, y seguramente también en África y otros países más. Dicho artículo también nos conduce a pensar que, de no existir la violencia y la discriminación por la razón de ser niñas, sus derechos estarían garantizado para el desarrollo de sus capacidades físicas, psíquicas, sociales y emocionales, para alcanzar su autonomía y desenvolverse como ciudadana.

Desafortunadamente aun falta mucho trabajo para arribar a la igualdad; de esta manera la violencia de las niñas deviene ya por su grupo étnico: indígenas o afroamexicanos y su área de residencia, nunca será igual vivir en las zonas residenciales, que, en zonas populares, o bien en zonas rurales, o de alta marginalidad y precariedad. Lo veo con las niñas de las colonias periféricas y que aun no tienen todos los servicios de Morelia, en donde las madres para salir a trabajar dejan encargados o bien encerrados a sus hijos, porque no hay opciones de resguardo y protección.

Por otro lado, también los hogares en donde viven, se refuerzan los estereotipos, y se genera la división social del trabajo, niños hacen algunas tareas, niñas generan las tareas domésticas y las de cuidado de sus otros hermanos o hermanas menores.

Pese a que observo a muchas niñas en las escuelas de educación básica, existe otro hecho innegable, que estas niñas en su totalidad no concluirán su educación básica (la pandemia del Covid-19, genero deserción escolar), tareas no remuneradas y de apoyo a la familia serán suficientes para impedir que vayan a la escuela, o que la abandonen por no tener recursos para ello, lo que implicará noviazgos a temprana edad, en ocasiones la maternidad y por ende una peremanente violencia.

La Convención de los derechos del niño, plantea el derecho a la salud, la supervivencia y al desarrollo, el derecho a estar protegidos contra toda forma de violencia, maltrato o explotación, derecho a la educación y el derecho a la participación para lograr la ciudadanía plena.

En el derecho a la salud inciden la Convención de los derechos del niño, la CEDAW, los DESCA, el UNICEF, y nuestras instituciones nacionales y estatales, incluso las municipales, pese a ello, hace falta seguir trabajando con paso firme y permanente en el derecho a la salud sexual y reproductiva, en la nutrición.

Igualmente hay que redoblar esfuerzos para evitar cualquier forma de maltrato, violencia o explotación, principalmente en familias que viven en condiciones de vulnerabilidad o de precariedad, aquí es importante voltear a revisar los pronunciamientos de los dos marcos normativos internacionales la CEDAW y Belén do Pará. Por otro lado, la importancia del derecho a la educación, pero bajo conceptos de interseccionalidad, es decir aun en condiciones de discapacidad, etnia, edad, colorismo, deberán de ser incluidas a los modelos regulares de educación. En el caso de la discapacidad, debo reconocer que esto será de conformidad con la gravedad o severidad de la discapacidad y de la preparación y formación profesional y ética del docente que atiende el modelo incluyente educativo.

Suena simple, o suena complejo, no lo sé, lo que si sé es que las niñas son nuestro presente, y que tenemos la responsabilidad de brindar el interés superior sobre ellas, ellos; no obstante, se requiere que en materia de derechos humanos se consoliden las normativas de los tratados internacionales. También en materia de la Agenda 2030 los Objetivos del Desarrollo Sostenible, se deben de cumplir.

Igualmente trabajar para hacer posible el acceso universal de salud, con énfasis en los derechos sexuales y derechos reproductivos, que, en días pasados tuve la oportunidad de dirigirme a padres y madres de familia sobre este tema para la comprensión de la sexualidad de sus hijos e hijas que viven con una discapacidad en el CAM de la cabecera municipal de Charo.

Por último, se requiere de diseñar un programa de protección social efectivo, no solo pronunciativo, que lo vemos en las normas, en el discurso público, pero no en la atención directa de la población y en su beneficio, sobre todo en las áreas de jornaleros migrantes, en las niñas que deben de trabajar para ingresar recursos a sus familias en precariedad, en aquellas que son vulnerables de ser vinculadas a la trata de personas y otros delitos sexuales.Felicito a todos, todas, todes los que desde su trinchera realizan acciones a favor de la niñez, debemos de hacerlo más colaborativamente y más en el sentido de construir para un mundo mejor para las niñas y las mujeres.