Gerardo Herrera

Masculinidad, heterosexualidad

Columnistas

No hago una crítica, no, solo pongo la posición que, desde la religión, como una institución que lleva a la familia las ideologías, que luego serán fundantes del control, sometimiento, y disciplinamiento de los cuerpos de las mujeres y hombres débiles, a los cuales se les dominará o subordinará.

El patriarcado, al que se refiere Rita Segato puede ser de alta o baja intensidad, y tiene su significado especial durante el proceso de colonialidad, es decir se va construyendo el patriarcado de alta intensidad; pero el patriarcado en la modernidad, el de alta intensidad es un instrumento para organizar a la sociedad; el patriarcado se sostiene por un lado de la heterosexualidad y por la otra estructura es la jerarquía masculina, el poder, la potencia expresada en estructuras de poder (El espectáculo de la potencia masculina se presenta de manera sexual, bélica, política, moral, económica e intelectual y debe mostrarse a otros hombres para reafirmarse como tal, para legitimarse como tal).

Desde esta perspectiva masculinidad-heterosexualidad, podemos encontrar diversos discursos: el judeo cristiano, la colonialidad/modernidad, pero también el proceso de la revolución francesa, con los principios de igualdad, libertad y fraternidad, pero igualmente en la etapa contemporánea, presentando como se ve en Michoacán y Morelia. Vemos estos dos pilares: jerarquía y heterosexualidad.

Desde la tradición judeo cristiana, y el mito adánico; el lugar privilegiado y de interlocutor válido se le da al hombre, no sería de igual modo que a la mujer, a ella, se la considera en un segundo plano, es decir inferior. Por otro lado, es clara la condena –la sangre se derramará sobre ellos– para aquellos hombres que se acuesten con otros hombres como se debiera hacer con una mujer, que es el mandato de dios; la reproducción, no la sodomía, más tarde, el sodomita.

No hago una crítica, no, solo pongo la posición que, desde la religión, como una institución que lleva a la familia las ideologías, que luego serán fundantes del control, sometimiento, y disciplinamiento de los cuerpos de las mujeres y hombres débiles, a los cuales se les dominará o subordinará.

La segunda posición es la colonialidad/modernidad (Segato, Lugones, Quijano, Grosfoguel), existe una discusión sobre el género, y el patriarcado, es decir, entender que el patriarcado genera la jerarquización y organización social si existía en los pueblos mesoaméricanos, nos dice Rita Segato, y existía, pero en un patriarcado de baja intensidad, en tanto que, después, en la colonia se genera un patriarcado de alta intensidad y se potencia, con el poder que adquiere del patriarcado de baja intensidad; el patriarcado de alta intensidad expresa su violencia contra la mujer y el desprecio de lo homosexual, para ello, el sistema modernidad/colonialidad de género y su binarismo hombre y mujer, con una justificación esencialista biologicista que ratifica la posición hegemónica del hombre sobre la mujer, y el rol del sexismo, para la reproducción social.

Para María Lugones, el patriarcado y el género es una cuestión que se genera a partir de la colonialidad/modernidad y no antes, no considera que existiera un patriarcado ni el género en los pueblos mesoamericanos.

En este sentido, revisando la posición de los pueblos mesoamericanos principalmente, pero están los pueblos africanos y orientales que también sufrieron de procesos de colonialidad y modernidad, no obstante, me referiré a los pueblos amerindios. Como sabemos los pueblos originarios existían personas con rasgos masculinos y rasgos femeninos en su función social, quienes eran considerados como entes valiosos, que se conectaban con el cosmos, los dioses, en virtud de tener características de la totalidad del ser humano, es decir de macho y hembra; esta sola razón fue condenada por los conquistadores, que tenían un esquema espiritual de entender un binarismo en los cuerpos de machos y hembras, sin prácticas sodomitas, sin lujuria, sin uso, goce o disfrute del cuerpo, toda vez que el cuerpo era utilizado para la reproducción (B Fone), y a través de las crónicas y grabados de aquellas épocas, se puede recuperar los castigos que recibían quien mantenían estas prácticas durante la conquista, eran apedreados, aperreados y quemados por haber caído en el pecado nefando al que se refiere (Foucault en la trilogía de la sexualidad).

Rita Segato nos habla de dos conceptos, el binarismo (hombre y mujer) y la dualidad (concepto amerindio que permite sustentar la diversidad, que desde luego incluye a los berdaches o “dos espíritus), situación no reconocida por la colonialidad/modernidad).  El binarismo genera opresión a quien es diferente del binarismo (es decir, que no es macho o hembra), a quien se le considera anormal y por dicha causa se les oprime (con la invisibilidad, estigma, prejuicio, violencia, exclusión, discriminación, racismo, hábitus y muerte de quien es anormal por no alinear su sexo con el género, un ejemplo las poblaciones trans) (Pierre Bourdieu).

Esta situación del binarismo, no ofrece salida con cuerpos intersexuales, o posiciones líquidas o no binarias, quienes no tienen cabida en este modelo, que además tensa las relaciones de la heterosexualidad como ejercicio sexual, sexos distintos pero complementarios para la reproducción, para ello se requiere del macho y la hembra o bien del hombre y la mujer, quienes tiene sexo biológico, género  masculino o femenino, y desde luego una funcionalidad heterosexual, apoyada por la norma sexual del matrimonio.

Un tercer momento histórico, es la Revolución Francesa, donde se consolidan modelos de gobierno que luego serán tenidos en cuenta en nuestros países, es decir las democracias que ahora vivimos. En este proceso revolucionario, se consideró la posibilidad de igualdad entre hombres y mujeres; fue Olympe de Gouges, quien planteo que al no estar consideradas las mujeres en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, publicó la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana; la respuesta del patriarcado fue que Olympe terminara en la guillotina.  Y con ese acto, se ha mantenido de alguna manera una lucha permanente en diferentes momentos y expresiones, para hacer posible la igualdad entre mujeres y hombres (hoy se habla de una cuarta ola del feminismo, Nuria Varela).

Podríamos marcar un cuarto momento, pensando en la posición de las masculinidades que fueron presentándose en los años sesenta, por el movimiento estudiantil y las propuestas de reformas a un modelo económico, político y social de mayor participación de la población en el poder. Aparecen grupos de personas homosexuales en la Ciudad de México que demandan sus derechos, igual que en otros países de Europa y América. La presencia de los grupos organizados de Homosexuales, dan cuenta de la diversidad y no solo dicotomía o binarismo que se tenia a partir de sus organizaciones y de las manifestaciones que se expresaban sus dirigentes sobre la diversidad sexual y la construcción del acrónimo LGBTTTIQ+. Es decir, se presenta otro grupo social que demanda ser incluido en la toma del poder para las decisiones, pero que no tenia la masculinidad hegemónica, ni mucho menos la heterosexualidad, es decir, la diversidad de masculinidades y ejercicio sexual homosexuales.

En tiempos contemporáneos nos encontramos con un entramado de grupos, colectivos y expresiones de personas gay luchando por sus derechos. En estos cuatro momentos, podemos observar como se expresan y consolidan el modelo de género imperante, que se imponía. El sistema de género permitió dar supremacía al hombre, frente a dejar de lado la participación de la mujer en la toma de decisiones, es decir, el sistema de género otorgaba privilegios a los hombres por generar los mecanismos de los mandatos de masculinidad, en tanto que, para la mujer, se generaban las conductas de tributo y servilismo para el hombre. La diferencia, la desigualdad que recaía en la mujer, era suficiente para instrumentar la violencia.

Finalmente, dividir una sociedad entre privilegiados varones y mujeres que estén bajo su mando, no es lo mismo que considerar a la otra persona en tanto persona, digna de todo respeto y dejando de lado si es varón o mujer. Esos cuestionamientos emergieron y se consolidaron en tanto fuerza de reclamo, de militancia y de producción de conocimiento. El feminismo se realza así, como una estrategia para cuestionar el patriarcado vigente.En el caso de México y Michoacán, la visibilidad de masculinidad y heterosexualidad, se complejiza a partir de visibilizarla en 1901; en la Ciudad de México, con la Fiesta de los 41, donde abiertamente un segmento de población masculina pudiente gozando de privilegios del patriarcado se expresa con una orientación distinta a la hegemónica sin hacer uso del mandato de masculinidad. Ello, obligo a desaparecer a dicho grupo social en Yucatán. Para el caso de Michoacán, la visibilidad de una expresión diferente a la masculinidad y  heterosexualidad, fue en 1984, en un concurso de señorita gay en Michoacán, celebrado en Morelia y presentado el hecho en medios de comunicación derivado de la razia de que fue objeto dicho evento; pero igualmente en 1985, se presenta el primer caso de transmisión de VIH/Sida en Michoacán, en Morelia, a esta enfermedad se le conoció como el cáncer rosa, y se les estigmatizó y prejuició, violentó y discriminó, y existen datos que permiten suponer que para algunas personas hombres homosexuales, se les asesino. También debemos de reconocer que en el caso de Oaxaca, han existido socialmente grupos sociales Muxes, hombres transgéneros que realizan actividades femeninas, principalmente de cuidado de sus padres en etapas adultas.