Gerardo Herrera

Masculinidad.

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Por: Gerardo A. Herrera Pérez

Continuamos observando la violencia que se ejerce por masculinidades tanto hegemónicas, como masculinidades marginalizadas contra hombres y mujeres, en un afán de dominar y subordinar al otro.

El capitalismo gore nos enseña que la masculinidad marginalizada (clases sociales subordinadas y hombres originarios) se encuentra vinculada a la subjetividad endriaga, esa misma subjetividad que utiliza los cuerpos y la vida como un instrumento o herramienta para obtener dinero (un nuevo modelo de acumulación de capital, Rosa Garavito).

El capitalismo gore también ha trastocado mucho de los ejes en los cuales se basa el discurso humanista y uno de ellos es que, al día de hoy, los sujetos masculinos ya no son intocables, al igual que las clases altas, por igual hombres y mujeres, por igual ricos que pobres. Los sujetos ricos antes respetables han devenido en mercancías canjeables, cuerpos susceptibles de producir riqueza a través de su tortura y extinción.

La situación opresiva en que se vive y vulnera a la sociedad, nos interpela, porque, hasta ahora ni los marcos normativos, las estructuras operativas, o bien, el diseño de la política pública ha sido suficiente para contener la ola de violencia en las fronteras y otras áreas de interés derivado del control de los grupos delincuenciales sobre los diferentes mercados; pero también, en el espacio privado, en la familia, se ha exacerbado la violencia durante la pandemia del Covid-19; pero en cualquiera de los dos casos tanto en el espacio público como en el privado continua la  dominación y subordinación contra mujeres y hombres débiles, contra hombres o mujeres hegemónicos, ricos y viviendo de los privilegios; es decir, si la epistemología vigente ya no es posible aplicarla para explicar los que sucede, entonces es necesario buscar otras epistemologías para conocer cómo se construye la violencia en tiempos del Neoliberalismo.

La pregunta es clara, qué hacemos para evitar el incremento de la violencia, qué hacemos para contener la violencia; con que epistemologías trabajamos; la respuesta es trabajada por Sayac Valencia, quien expresa que es importante trabajar en diversos frentes para la deconstrucción de la subjetivación de las masculinidades hegemónicas y marginalizadas y otras no binarias, entre las propuestas se destacan, que los grupos sociales, mujeres y hombres con sus nuevas categorizaciones y subjetivaciones como las bio-mujeres, bio-hombres, los tecno-mujeres, los tecno-hombres y todos aquellos que no son binarios, tendrán que abandonar los privilegios sobre todo los hombres (habilidad, fuerza, velocidad, dominio físico, poder, autoridad, jactancia, sabiduría) por lo que nos debe quedar claro que hay que transitar a un cambio epistemológico y discursivo sin precedente.

La deconstrucción de la subjetivación de los hombres que ejercen la violencia transitaria por la vía de la perspectiva de género y el transfeminismo (no solo como un movimiento social de mujeres sino como categoría epistemológica para la comprensión y creación de nuevas identidades tanto femeninas como masculinas), es decir, sería una estrategia para que los hombres se deconstruyan  y reinventarse  para la búsqueda de espacios para sí,  fuera de los límites fijados por el patriarcado y la violencia  como herramienta de autoafirmación viril.

Por otro lado, habría que tomar todos aquellos elementos de la teoría Queer (movimiento pos-identitario, cuya posición es de crítica a los procesos de exclusión y marginalización). El movimiento Queer no es un movimiento de homosexuales, sino de disidentes de género y sexuales que resisten frente a la norma que impone la sociedad heterosexual dominante.

El modelo Queer representa entonces, una deconstrucción del pensamiento heteropatriarcal y sexista ya que habla de un proyecto crítico heredero de la tradición feminista y anticolonialista.

Así, todas aquellas reflexiones que se expresan o refieren a la construcción de nuevas masculinidades, considero que no podrán ser nuevas si se desligan del transfeminismo, de la teoría Queer y del devenir minoritario, pero sobre todo si no se comprende que las masculinidades no pueden seguir sometidas, disciplinadas o controladas por el poder y el discurso hegemónico (Gramsci). Es decir, una masculinidad con una nueva subjetividad debe estar emparentada con la resistencia, desde un espacio que no las vincule con el poder vertical y heteropatriarcal.