Maternidades Temerosas

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Por: Circe López Riofrio

Hace unos días fue el 10 de mayo y algunas mujeres tuvieron la oportunidad de poder sentirse amadas y aceptadas, aunque tal vez sólo ese día porque el resto del año no lo hacen sus familiares, el trabajo doméstico, los cuidados y crianza de los hijos e hijas se cree que son responsabilidad exclusiva de las mujeres, llámese madre, abuela, tía, hija, etc.

La incompatibilidad entre el trabajo doméstico no remunerado y del trabajo remunerado, no son de interés gubernamental al no existir una política pública para la igualdad de género que equilibre por así decirlo las tareas del hogar, las diferencias de género nacen justamente ahí para traducirse en la división sexual del trabajo, lo que agrava las posibilidades de que las mujeres puedan superar las brechas de género.

Si nos detenemos un momento a pensar y reconocer que aun los horarios escolares son incompatibles con los horarios laborales, que las juntas escolares se llevan a cabo en horarios en que las mujeres no pueden asistir como muchos de los padres, hoy las posibilidades de contar con una estancia infantil que sea altamente profesional, segura y accesible es casi imposible ya que las mujeres madres que trabajan siguen teniendo menos ingreso que los hombres por el mismo trabajo o bien las mujeres que trabajan no cuentan con servicios de salud y de cuidados maternales porque su trabajo es informal.

La circularidad de la pobreza o precariedad de las condiciones de vida en las mujeres en un hecho, mujeres pobres tienen menos posibilidades de superarla y que esta no se agrave y dañe a las mujeres que forman parte de esa estructura familiar, porque son las mujeres la base sobre la cual se monta el desarrollo sustentable, ya que muchas de las actividades que realizan las mujeres carecen de valor monetario. Por ejemplo, la dedicación de las mujeres a la crianza y cuidados de los hijos aunado al trabajo doméstico solo en muy pocos casos equivale en términos monetarios al 50% de los bienes acumulados durante una relación de pareja, si bien hay jurisprudencia al respecto, yo les pregunto a las mujeres que se han separado si recibieron ese porcentaje en su separación, yo creo que habría muchas manos levantadas y lágrimas derramadas tan solo por la impotencia de recordarlo.

O bien cuántas mujeres al separarse quedaron al frente como madres solteras, ya sea al inicio del embarazo o bien cuando esta relación culmino, y que tuvieron que apoyarse de otras mujeres para sacar adelante a sus hijos e hijas.

Actualmente las mujeres con hijos e hijas adolescentes viven temerosas, enfrentan una situación preocupante cuando estos quieren salir a divertirse y caminar libremente por la ciudad o país, los riesgos que enfrentan son tan complejos derivado de los índices de delincuencia y que además en las hijas hay un riesgo mayor que es ser agredida sexualmente y privada de la vida.

El ejercicio de la maternidad se ha vuelto temerosa a diferencia de nuestras madres y abuelas, que si bien había mayor prohibición también era menos riesgosa la ciudad, tal parece que entre más “desarrollada” es una ciudad más insegura se va tornando.

Ser madre no es sencillo, está lleno de paradigmas y complejidades, lo cual no quiere decir que no sea satisfactoria cuando es decidida la maternidad, pero si es todo un reto, que además tiene que cargar con las demandas y anhelos personales que aunadas con las sociales es muy desgastante.

La abnegación y el sacrificio se piensan han sido una característica del ejercicio de la maternidad, mujeres madres renunciando a sus aspiraciones y proyectos, quitándose la comida de la boca para que coman los demás integrantes de la familia o bien siendo violentada con tal de no dejar a sus hijos/as sin padre, todas estas realidades confluyen y construyen un entramado de ideas, estigmas y estereotipos de mujeres resignadas, tristes, preocupadas, sin ser visibles más que solo un día que festeja el sacrificio de la anulación y renuncia a ser persona en nombre de la maternidad.

Afortunadamente hay mujeres que ejercen su maternidad libre, deciden, toman decisiones y denuncian la violencia, buscan ayuda, protegen a sus hijos e hijas, sin que ello implique un sacrificio sino el ejercicio a una vida libre de violencia como un derecho que tienen las mujeres que ejercen la maternidad o no a través del derecho al aborto. Las mujeres hemos cambiado y estamos rompiendo con estereotipos subordinados, luchones, sometidos, tristes, etc. aunque es necesario reconocer que lo que se resiste a cambiar es esa inercia social que sigue asociando a las mujeres exitosas, completas y plenas con la maternidad lo cual es inaceptable, porque también hay mujeres que decidieron no ejercer su derecho a la reproducción pero que ejercen una capacidad de maternaje mucho más plena y feliz, y ese es el punto ser mujeres felices, sin violencia y sin miedo.

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