Medio ambiente y violencia de género

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Estamos viviendo al menos tres crisis, la medioambiental, la social y la mental, nos adelanta Félix Guattari en su libro Las tres ecologías; no obstante estudios actuales plantean que la crisis medioambiental propicia el aumento de la violencia contra las mujeres y las niñas.

En este marco, recientemente se publicó el estudio sobre Degradación del Medio Ambiente y Violencia de Genero que preparó la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), aplicado a nivel global, en donde “Seis de cada 10 personas que respondieron a una encuesta de la UICN, con más de 300 respuestas de organizaciones de todo el mundo, reconocieron haber constatado episodios de violencia de género contra defensoras de los derechos ambientales, las migrantes y refugiadas ambientales, y en zonas donde se estaban produciendo delitos ambientales y degradación del medio ambiente”.

Vivimos tiempos donde se ha feminizado la pobreza, cientos de mujeres trabajan en el campo y en los centro urbanos en condiciones de salarios por debajo a los que reciben los varones, pero también el cambio climático ha violentado a las mujeres y a las niñas; pero si en la defensa de los recursos naturales se trata estas prácticas se han ensañado.

En este sentido, los activistas reclaman a los Gobiernos y a las instituciones a que aborden la crisis climática desde una perspectiva de género e indican que cualquier estrategia sobre protección del medio ambiente debe tener en cuenta las consecuencias diferenciales del cambio climático sobre las mujeres y las niñas.

El análisis que presenta la UICN, respecto de la investigación, precisa que la violencia de género es omnipresente, y se constata que el cambio climático intensifica la violencia de género; y es que a medida que aumenta la degradación ambiental y la presión sobre los ecosistemas, se generan problemas de escasez y de presión para las personas, y la evidencia muestra que, donde las presiones ambientales aumentan, la violencia de género también aumenta. A mayor crisis ambiental, aumento de la violencia contra las mujeres y las niñas.

La falta de agua, la desertificación, la polución, así como la contaminación de los mantos friáticos, generan desplazamientos y presiones para tener acceso al agua y a la producción de alimentos, sobre todo en las zonas rurales.La violencia de género es un concepto genérico que utiliza la ONU, para homogenizar el fenómeno, pero que implica la violencia doméstica, la agresión sexual y la violación, la prostitución forzada, el matrimonio forzado e infantil, así como otras formas de explotación de la mujer.

La investigación confirma que la trata de personas (uno de los tres delitos de mayor rendimiento en el mundo), aumenta en las zonas en que el medio ambiente natural está sometido a tensiones, y que existen vínculos entre la violencia de género y los delitos ambientales, como la caza furtiva de animales salvajes y la extracción ilegal de recursos. “La violencia de género es una de las barreras más omnipresentes, pero de las que menos se habla, a las que nos enfrentamos en el trabajo de protección del medio ambiente y lucha contra el cambio climático”.

El estudio es un compendio de estudios de casos que hablan acerca del binomio medio ambiente, violencia de género, entre ellos se destacan: el abuso sexual en la industria pesquera ilegal en el Sudeste asiático y en el África oriental y meridional los pescadores se negaban a vender pescado a las mujeres si no mantenían relaciones sexuales con ellos; me pregunto cuanta de esta información sucede en comunidades pequeñas a las que no tenemos información y por las que deben de sufrir permanentemente las mujeres y las niñas.Otros: la tala ilegal y el comercio de carbón vegetal en la República Democrática del Congo están vinculados a la explotación sexual, y en Colombia y Perú las minas ilegales guardan una estrecha relación con el aumento de la trata con fines de explotación sexual.

También se han documentado numerosos ejemplos de violencia por motivos de género dirigida contra las defensoras y activistas del medio ambiente, que tratan de poner fin a la destrucción o degradación de las tierras, los recursos naturales y las comunidades. En este caso, los agresores utilizan la violencia sexual para reprimirlas, socavar su condición dentro de la comunidad y disuadir a otras activistas a levantar la voz y dar continuidad a las luchas sociales por la defensa de sus recursos.Un hallazgo importante del estudio es precisar que pese al estrecho vínculo entre crisis climática y violencia de género, son pocos los proyectos de protección y mejora del medio ambiente que abordan esta cuestión. El calentamiento global ejerce presión sobre los recursos, ya que las condiciones meteorológicas extremas, incluidas las olas de calor, las sequías, las inundaciones y las tormentas más violentas, son cada vez más frecuentes y devastadoras.

En la mayor parte del mundo, las mujeres ya están en desventaja y carecen de derechos sobre la tierra y de otros derechos, por lo que son vulnerables a la explotación. Es por ello que cuando a su situación de vulnerabilidad se suman las tensiones adicionales causadas por la crisis climática, son las primeras en verse afectadas.Por ejemplo, en algunas comunidades, cuando la familia se enfrenta a dificultades agravadas por el clima, las jóvenes tienden a casarse a muy temprana edad, situación que violenta sus derechos sexuales y derechos reproductivos y su oportunidad de formarse en su derecho a la educación.

A nivel mundial, se cree que unos 12 millones más de niñas se han visto obligadas a casarse después de los crecientes desastres naturales, y se ha demostrado que los desastres relacionados con el clima aumentan la trata con fines de explotación sexual entre un 20 y un 30%.

El informe de la investigación, destaca el papel que desempeñan las activistas para conseguir sensibilizar a la opinión pública mundial sobre estos problemas. Muchas mujeres han dado el ejemplo de cuestionar a los países sobre la falta de reconocer que las vidas y los medios de vida de las mujeres y las niñas de todo el mundo se ven especialmente amenazados por el cambio climático; en el mundo hay mujeres muertas en la defensa del medio ambiente, como en el caso de Lupita de Cheran, que defendía los bosques, aquí en Michoacán.

Es así que, la violencia de género también se utiliza como un medio para ejercer control sobre los defensores del medio ambiente y de los derechos humanos, la violencia contra los activistas ambientales está aumentando a nivel global, las mujeres activistas, en particular, parecen estar experimentando diversos tipos de violencia de género con el objetivo de reprimir su poder, socavar su credibilidad y estatus dentro de las comunidades, y desalentar a otras mujeres a dar continuidad a las luchas por la defensa de los recursos naturales.De esta manera, se manifiesta en el estudio que puede ser revisado en el portal de la UICN “Los delitos ambientales degradan los ecosistemas y también, a menudo, traen nuevos y peores patrones de violencia contra las mujeres, las minorías y las comunidades marginadas. Muchas mujeres indígenas en particular se enfrentan a la violencia de género y otros tipos de violencia cuando sus comunidades actúan para defender sus territorios, sus recursos y sus derechos de tales actividades ilegales”.