Gerardo Herrera

Modelo educativo integral.

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Por: Gerardo A. Herrera Pérez

Es importante seguir construyendo modelos alternativos para atender  las realidades que nos interpelan sobre las diversas crisis que estamos viviendo, una de ellas, la educación, requerimos de una educación que genere las condiciones para pensar las vías sobre las cuales habremos de formar a nuestros hijos, y para las nuevas generaciones, se debe pensar  en un modelo integral sustentable. La agenda 2030, y su objetivo 4, nos plantean pertenencia y calidad de la educación, o bien,  a la excelencia.

Sin lugar a dudas, diversos organismos internacionales y nacionales UNESCO y la ANUIES plantean propuestas para el siglo XXI y con metas cortas para  2030, muchas de ellas ya están incorporadas a las nuevas leyes reglamentarias del Artículo Tercero Constitucional, que fueron reformadas de 2019 y en el caso de Michoacán, las reformas fueron en 2020.

De cara a numerosos desafíos del porvenir, sobre todo en tiempos de Covid-19, la educación constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de acceder a los derechos humanos y las libertades, a la educación, a la Paz, libertad y justicia social. En este sentido tenemos el Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI que preside Jacques Delors; pero también, desde México la Fundación Internacional para la Educación Holística, el texto “Una visión integral de la educación 2001” de Ramón Gallegos Nava.

Los temas relacionados con la educación, siguen siendo temas de investigación para mí, toda vez de mi formación académica en Ecoeducación; por ello, quisiera reflexionar sobre la propuesta de Ramón Gallegos Nava.

Gallegos Nava, nos habla de una sociedad que vive en violencia social, a consecuencia de la falta de diálogos constructivos que lo involucren en el valor de la cooperación; los más altos índices de contaminación como resultado de la desarticulación de los seres humanos con el planeta; la extrema fragmentación de las formas de vida desde las disciplinas y la burocracia, que se refleja en la comunidad y la familia desintegradas; pero además ahora vinculada al capitalismo gore y a la necropolítica, que nos explica la situación que se vive en muchos lugares de México.

El especialista en Educación holística, nos advierte que en el siglo XXI, el cambio de época global tiene profundas implicaciones para la educación, por lo que nos obliga a reconocer que ya no es posible educar seres humanos con un paradigma científico industrial del siglo XVII para una sociedad que se desarrolla bajo enfoque de sostenibilidad en este siglo XXI. La educación básica y hasta el postgrado, deben transformarse radicalmente para convertirse en un puente que conduzca a los seres humanos a una formación integral, a una conciencia de interdependencia, cooperación y paz global, a un reconocimiento planetario de sostenibilidad.

Como sabemos el término   holista proviene del griego “holos”, que en nuestro contexto significa totalidad, y se refiere a una forma de comprensión de la realidad en función de la totalidades en procesos integrados; en primer lugar hace referencia a un tipo de conciencia integral.

Ramón Gallegos, nos comparte la importancia de ir de una filosofía mecanicista-materialista a una visión holista-espiritual de los procesos educativos, es decir, percibir  al ser humano con un potencial ilimitado, como un ser espiritual orientado al significado y con una curiosidad innata para aprender en cinco niveles de totalidad que deben verse como contextos de aprendizaje, a saber: el ser humano, la comunidad, la sociedad, el planeta y el kosmos. Así, el alumno es un ser humano total (corporal, afectivo, cognitivo, social, estético y espiritual) inserto en un proyecto social, perteneciente a una comunidad (familia, escuela) que interactúa con la sociedad, tanto emocional como ideológicamente, y no sólo es un cerebro receptor de información.

Con relación al concepto planetario, los educadores holísticos comprenden que: “el planeta es Gaia, un organismo complejo y armonioso de procesos dinámicos, una totalidad integrada que se autorregula y tiene vida y de la cual las sociedades humanas, así como los sistemas económicos, político y cultural son subsistemas dependientes”. El quinto y último contexto es el kosmos como totalidad y corresponde a nuestra fuente genuina de identidad; es la totalidad primaria, es el contexto completo que da significado al ser, pues lo conecta con la dimensión universal y los valores humanos espirituales: “Es en donde se superan completamente el dualismo y la fragmentación, y la identidad con todo lo que existe llega como un despertar de la conciencia a su real naturaleza”.

La educación holista propone el pensamiento complejo, el trabajo transdisciplinario, plantea la no fragmentación de las disciplinas y va más allá del conocimiento intelectual e intenta una integración pero no sólo de disciplinas científicas, sino también de otros campos del conocimiento como el arte, las tradiciones, la espiritualidad, la literatura, es decir un procesos de complementariedad”, entre la experiencia que es sabiduría en muchos casos y el conocimiento. La espiritualidad tiene como base una educación consciente fundada en los valores de belleza inherente, verdad, compasión, alegría, humildad e interrelación. “La espiritualidad es la energía creadora del universo y la esencia de la educación holista; la espiritualidad no se puede enseñar académica o linealmente porque trasciende las disciplinas académicas”, es decir, es aprender a respetar al otro.

En este modelo educativo no existe separación entre aprender y vivir. Además de los postulados señalados por la UNESCO: aprender a aprender, aprender a ser, aprender a hacer, la educación holista ha incorporado uno nuevo y de vital importancia en nuestra época: aprender a vivir juntos, el cual implica aprender a vivir responsablemente, cooperando y respetando a otros seres humanos y en general a todos los organismos vivos del planeta. El texto nos señala otra dimensión en el aprendizaje, además de la social, la científica y la espiritual; estará  la ecológica, basada en el reconocimiento directo de nuestra relación con la Tierra. “; nos enseña a no confundir la Ecoeducación y la formación de una conciencia ecológica con la enseñanza de la biología o la geografía, que es lo que ocurre en los programas de educación ambiental. Por el contrario la Ecoeducación es una forma de aprender a vivir con límites en una cultura sustentable”.

Gallegos nos hablar del despertar del amor a la Tierra no se consigue a través de la racionalidad instrumental o del desarrollo de habilidades cognitivas; requiere un enfoque holístico y un sentido estético profundo. La tesis fundamental de la Ecoeducación es que los problemas causados en el medio ambiente tienen su origen en el ambiente interior de la subjetividad.”

Para Ramón Gallegos “El diálogo es uno de los recursos de la educación holista más importantes para una socialización genuina, para aprender a cooperar, para crear comunidades de aprendizaje y una nueva cultura humana. Cuando el diálogo se aplica al ámbito educativo, los resultados suelen ser extraordinarios, los valores humanos genuinos despiertan y la espiritualidad brilla”. Pero nos debe de quedar claro que ese diálogo se desarrolla de manera horizontal, en alteridad, en intercomunicación, en el ejercicio pleno de la tolerancia y el respeto por la otredad, en la complementariedad y en la ecología de saberes.                                                          

Ramón Gallegos nos invita a pensarnos en una educación holística que incluya la educación para la paz; la importancia del diálogo; una educación para la vida; que sea incluyente; una acción política ganadora-ganadora; la promoción del desarrollo sustentable buscando satisfacer las necesidades y el cuidado del medio ambiente para esta generación y las próximas generaciones; pensamiento complejo en búsqueda de  la transdisciplinariedad; contar con una visión global/local, reconocimiento a lo original, a la espiritualidad; impulsar la pedagogía del amor universal, al ser planetarios;  impulsar una forma de vida y una práctica integral transformadora.