Pueblos indígenas, preservadores de tradiciones y foco de discriminación

Especiales en la Red

Morelia, Michoacán a 2 de febrero de 2018.- Febrero es un mes emblemático para las comunidades indígenas de la región purépecha. Inicia con la celebración del Año Nuevo Purépecha, entre el primero y el dos de este mes, que cada año se lleva a cabo en una comunidad distinta, celebrándose este año en Naranja de Tapia, Zacapu.

Sin embargo, cada comunidad tiene sus festividades propias, ligadas generalmente al calendario católico y a los tiempos de siembra y cosecha, y aunque estas han perdurado a lo largo de siglos y mantienen muchos de sus aspectos, hay ciertas características que se han ido perdiendo, tanto en las festividades como en la vida cotidiana, particularmente en lo que se refiere al traje típico de las mujeres y a la lengua purépecha.

Esta pérdida de parte del patrimonio intangible de nuestro estado, Ana María Maldonado, quienes miembro del Consejo Mayor de Nahuatzen, la atribuye a la discriminación de que son objeto por parte de personas ajenas a la comunidad, una vez que deciden salir para estudiar, ya que hasta hace unos años no había secundaria en su comunidad, por lo que quien deseaba continuar sus estudios debía buscar un centro escolar cercano fuera de ella.

“Si querías que salir a estudiar fuera te tenías que vestir y entonces toda la semana vestías de una forma y sólo el fin de semana llegabas a vestirte a tu comunidad. Se hizo más cómodo. No había secundaria en la comunidad. La lengua lo mismo, nosotros no sabemos por qué, porque en nuestra comunidad es en donde menos se habla el purépecha desde tiempo atrás, pero es lo mismo”, explicó.

Nahuatzen cuenta con tres celebraciones importantes cada año, relata Maldonado: la fiesta patronal, la del Cristo de Esquipulas y la Procesión de la Espiga. Todas ellas llevadas a cabo con cargueros, los cuales constituyen un elemento fundamental en las fiestas de las comunidades indígenas de Michoacán, son los encargados de correr con los gastos y preparativos de la celebración. Se trata de un cargo de responsabilidad social y de reconocimiento.

“Nuestro pueblo está dividido en cuatro barrios. Tenemos barrios cargueros dentro del pueblo. Cada carguero hace su fiesta y nosotros como comunidad apoyamos. Si yo soy carguera de una imagen la gente me coopera”, profundizó Ana María Maldonado, quien también detalló las características de las fiestas mencionadas.

La fiesta patronal se celebra en agosto y es dedicada a San Luis Rey, cada año uno de los barrios se encarga de organizarla y tres cargueros se encargan de reunir dinero para un castillo de fuegos pirotécnicos.

Tanto en la festividad del Cristo de Esquipulas como en la Procesión de la Espiga, de acuerdo a Maldonado, se preparan carros alegóricos, con la diferencia de que en la primera se representan pasajes bíblicos relacionados con el Evangelio y se personifican, mientras que en la segunda se realizan murales y todo tipo de adornos hechos con semillas, tales como lentejas, maíz y frijoles.

 

Mujeres y migrantes indígenas, los más discriminados

 

La pérdida del traje típico y la discriminación que representa usarlo parte del rechazo que históricamente han sufrido no sólo los habitantes de los pueblos originarios, sino las mujeres en particular y más específicamente las mujeres migrantes.

Ser indígena en otro país torna a la mujer un sector poblacional triplemente discriminado. En parte por su condición de mujer que no le permite trabajar, en parte también por usar su vestimenta tradicional o hablar su lengua materna y finalmente por su condición de extranjeras. Las mujeres son las encargadas por lo general de preservar la cultura de una generación a otra, observa Itzel Mauricio, quien pertenece a la asociación civil Migrante Purépecha. “Nosotras mujeres somos valientes ante tantas dificultadas pes soportamos ser discriminadas tres veces. Por ser migrante, indígena y por ser mujer”, dijo Itzel Mauricio, originaria de Cherenástico, municipio de Paracho.

Además de las situaciones que se dan en Estados Unidos, puntualizó, también las sufren las mujeres de migrantes que se quedan en Michoacán, pues son abandonadas por sus maridos, del mismo modo que sufren quienes los acompañan y tienen que dejar a sus hijos.

“Las mujeres tienen varios trabajos en la casa, con los hijos, que hay que mandarlos a la escuela, hacerles el lunch y además tener que ir al trabajo, dejar de usar su traje típico y usar su uniforme con botas para poder llevar a cabo su trabajo”, expuso,

Por otro lado, Marianela Baltazar Téllez, quien es miembro de la Red de abogadas indígenas, señaló que las mujeres oriundas de las comunidades originarias del estado sufren una triple discriminación: por ser mujeres, por ser indígenas y por ser pobres. Con ello, se les limita laboralmente, se les impide tomar decisiones en las comunidades y a ser propietarias de bienes. Además, su carga de trabajo también va en tres sentidos: reproductivo, doméstico y productivo.

 

 

Michoacán no cuenta con estadísticas actualizadas

 

La última vez que se hizo un estudio sobre discriminación que competa a nuestra entidad fue en 2010, cuando el Consejo Nacional Para Prevenir y Erradicar la Discriminación (CONAPRED) presentó la Encuesta Nacional Sobre Discriminación en México, en donde se reflejó que en Michoacán las minorías étnicas no consideran que la discriminación sea su principal problema, ya que menos de una por cada diez personas entrevistadas dijo sentirse discriminada, mientras que el 30 por ciento de ellos aseguró no tener las mismas oportunidades laborales.

Ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) se presentaron quejas por discriminación el año pasado que corresponden a un cinco por ciento del total de las quejas recibidas, indicó su presidente, Víctor Manuel Serrato durante la entrega de su informe anual.

A finales del año pasado, el Consejo Estatal para Prevenir y Erradicar la Discriminación y la Violencia (COEPREDV) firmó un convenio con el INEGI para realizar un análisis que permitiera detectar los índices de discriminación en el estado y la percepción al respecto, sin que todavía se tengan noticias de ello.

 

Búsqueda de soluciones

 

En Nahuatzen, el Consejo Mayor está en búsqueda de que se le reconozca como autoridad, puesto que este municipio aún se rige por sistema de partidos, pero solicitó al Instituto Electoral de Michoacán que implemente una consulta para resolver si se traslada a un sistema de usos y costumbres, mientras que también tendrá que llegarse a una resolución acerca de una controversia en torno al manejo de los recursos.

De lograr un tipo de gobierno autónomo, expuso Ana María Mendoza, buscarán implementar el Purépecha como una materia dentro del programa de educación primaria del municipio, en aras de conservar su patrimonio.

En el sector migrante, Itzel Mauricio expuso que hasta antes de la era de Trump se estaba perdiendo la lengua, pero a partir de estas políticas migratorias la gente comenzó a acudir a Casa Michoacán, en donde se defiende la cultura purépecha y se ha retomado.

En torno al machismo que persiste en las comunidades, Marianela Baltazar expuso que la Red de Abogadas Indígenas entabla comunicación con las autoridades de cada región y busca el diálogo con las mujeres, para así en conjunto determinar cuáles son las necesidades particulares de cada zona e implementar labores de concientización entre la población sobre derechos humanos, que de acuerdo a la Constitución están por encima de los usos y costumbres.

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