Hilda Mesh

Síndrome de Peter Pan

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El hombre que nunca crece

Aunque no es una enfermedad mental está presente en muchas personas, no es lo mismo presentar jovialidad, que ser emocionalmente inmaduro.

El término síndrome de Peter Pan ha sido aceptado en la psicología popular desde la publicación de un libro en 1983 titulado The Peter Pan Síndrome: Men Who Have Never Grown Up (El síndrome de Peter Pan: El hombre que nunca crece), escrito por el Dr. Dan Kiley. Adolescente, joven o ya entrando en la madurez, el sujeto paciente de este tipo de trastorno, es renuente a toda modificación o a la mera comprensión de su infantilismo.

El irresponsable mundo de la niñez, no quiere ser abandonado y la conciencia del fracaso reiterado ante la adaptación de los comportamientos que acercan a la adúltera equilibrada firme.

Causas del Síndrome de Peter Pan:

El síndrome de Peter Pan, como la mayoría de fenómenos psicológicos, seguramente sea debido al efecto de múltiples factores, tales como rasgos de personalidad dependientes o evitativos, estilo de afrontamiento de los problemas o patrones educativos, pero parece que el que más peso tiene en este desajuste es la historia vital de la propia infancia; una infancia muy feliz y despreocupada que puede ser idealizada por la persona con síndrome de Peter Pan o por el contrario muy infeliz y sin afecto.

En el primer de los casos, el síndrome busca perpetuar los momentos felices viviendo en infancia constante que se niega a superar, mientras que en el segundo la función del síndrome es recuperar la infancia robada, mediante la libertad que otorga el ser adulto.

Características de un “Peter Pan”: Incluyen algunos rasgos de: Irresponsabilidad, Rebeldía, Cólera, Narcisismo, Dependencia, Negación del Envejecimiento, Manipulación, La creencia de que está más allá de las leyes de la sociedad y de las normas por ella establecidas.

En ocasiones los que padecen este síndrome acaban siendo personajes solitarios, con escasa capacidad de empatía. Consecuencias del síndrome de Peter Pan: Aunque Peter Pan pudiera vivir en un mundo de fantasía, las personas que lo imitan no. El Síndrome de Peter Pan trae consigo importantes alteraciones emocionales y conductuales. A nivel emocional son frecuentes los niveles de ansiedad elevados y de tristeza, pudiendo adoptar estos últimos la forma de depresión cuando no son tratados. Al mismo tiempo, la persona se siente poco realizada con su vida, ya que al no asumir responsabilidades, le hace también no disfrutar de los retos, lo que indudablemente repercute en sus niveles de autoestima.

No es una cuestión de edad, existen ejemplares de 30,40,50,60 años y los hay quién mueren siendo Peter Pan, a pesar de la infatigable inversión que dedican a soslayar la vejez. El psicólogo norteamericano Dan Kiley denominó como síndrome de Peter Pan al conjunto de rasgos que tiene aquella persona que no sabe o no puede renunciar a ser hijo para ser padre. El hombre/niño que se resiste a crecer es incapaz de cuidar y proteger a nadie así como de intercambiar papeles igualitariamente en el contexto de una pareja.

Exhibe un desfase patológico entre su edad cronológica y su madurez afectiva. Hombres que presumen de joviales, simpáticos, alma de las fiestas, deportistas, aplicados seductores de jovencitas a edades notoriamente inadecuadas, con frecuencia no son más que “Peter Panes” afectivamente inmaduros y promotores de mucha desdicha en las relaciones de pareja. Se trata de hombres o mujeres que no han aprendido la diferencia entre haber crecido y ser adultos.

Durante el tiempo que se está bajo este síndrome, se vive con vistas a muy corto plazo, la persona se siente insatisfecha con lo que lo rodea pero no hace nada por solucionarlo.

Su búsqueda de satisfacción a cada momento, le puede hacer recurrir al alcohol y las drogas como forma instantánea de obtenerla. Buscan siempre la culpabilidad de todo lo que sucede a su alrededor a los demás, sin que nunca se sienta realmente parte del problema y ni siquiera de la solución.

Como siempre acudir a terapia es la respuesta a que hacer ante la detención o sospecha de existencia, atreverse a crecer y asumir los cambios y retos propios de la edad. Hilda Mesa PSICOTERAPEUTA FB/ HildaMesh