¿Y si aprendemos a detectar la violencia contra las mujeres?

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Por: Circe López Riofrio

En los últimos días he escuchado una pregunta constante ¿Qué está pasando, porque tantas mujeres desaparecidas y asesinadas?, una pregunta que clama justicia y eficiencia de las instituciones de gobierno del estado de Michoacán, lo cual no sólo es de suma importancia, sino que constata que existe una sensibilización y exigencia social legitima para que se prevenga, atienda y erradique la violencia contra las mujeres, lo más pronto posible y de manera justa, lo cual marca un desafío complejo y de largo aliento, en donde la participación de todas y todos en diferentes niveles es importante.

Sin embargo, ante la complejidad que tiene erradicar la violencia contra las mujeres y que ciertamente por decreto eso no se va a solucionar y aunque haya de manera expresa voluntad política, aún hay desconocimiento sobre este fenómeno, porque sabemos lo que no se ha hecho pero como siempre saber lo que se tiene que hacer resulta complicado, y cuando se les dice a las autoridades que así no, eso no les gusta, porque las instituciones están hechas justamente para sostener un sistema patriarcal que reproduce las desigualdades y muchas veces la violencia.

Un problema complejo y urgente de comprender y atender es la desaparición y no localización principalmente de mujeres adolescentes y jóvenas, ya que son un grupo de alta vulnerabilidad y riesgo, y es que este grupo de la población ha carecido de políticas públicas, ya son hasta ahora considerados grupos vulnerables, asistenciales y no ciudadanas.

El problema de violencia es de tal magnitud, que hemos visto como se han incrementado de manera exponencial estas situaciones en las casi siempre está involucrado un conocido, ya sea el novio, la pareja y la expareja, pocos casos en verdad son desconocidos, tal vez esa es una de las razones por las que no se puede pensar que esa persona sea quien le prive de la vida. Sin embargo, llaman la atención las siguientes situaciones que las víctimas hicieron:

  • Nunca dijeron a donde van, con quién se dirigen y con quién estarían, algunas de ellas mintieron a sus familiares, saliendo sin permiso y sin dejar contacto alguno, mayoritariamente se vieron por última vez con el novio o con quien sostenían algún tipo de relación en su escuela o su entorno laboral;
  • Algunas seguían sosteniendo relación con su expareja y en su relación se seguía manteniendo una relación marital mezclada con la exigencia de obligaciones de manutención y dependencia económica;
  • Otras mujeres sostenían relaciones extramaritales en su ámbito laboral y de manera confidencial;
  • Y algunas de ellas trabajaban como “acompañantes” de hombres que les pagaban por estar con ellas unas horas sin tener sexo y si llegaba haber era algo que ellas “acordaban” con el hombre con el que estaban, algunas de ellas lo hacían por sostenibilidad;

Lo anteriormente expuesto, de ninguna manera sugiere siquiera que sean juzgadas como responsables y juzgarlas como las causantes de que las hallan asesinado, jamás habrá justificación alguna para se exima de responsabilidad a quien prive de la vida a una mujer. Lo que me llama la atención es que se requiere de la comprensión de estas conductas que las mujeres de este grupo de población hacen y que no identifican como riesgos, aunado a que a su familia les parece que es “normal” que las víctimas se relacionen con hombres así, quienes han sido amenazantes, violentos y controladores todo el tiempo, y es que así son los hombres, en palabras de algunas de los familiares que entreviste.

Y es que la violencia esta tan naturalizada y justificada, además del miedo que genera que sean llamados por las autoridades, es decir por la ahora fiscalía, ya sea para dar información, denunciar o rendir un testimonio, nadie quiere hacerlo, les resulta amenazante estar involucrados en situaciones así, pero justo la diferencia estriba en que a más temprana colaboración, se puede hacer una mejor investigación, si tan sólo las autoridades municipales hicieran acciones de colaboración y de prevención ayudaría mucho a poder rescatarles con vida o encontrarlas.

Además de que habría que replantearse socialmente que nos sucede a -las mujeres- ante la violencia contra nuestras conocidas, hijas, hermanas, vecinas, ciudadanas, etc. la primer respuesta institucionalmente casi siempre es poner en duda que esté en riesgo, con respuestas como: se fue con el novio ya regresará o bien debe andar por ahí ya aparecerá, pero también sabemos de madres de han puesto la denuncia por desaparición hasta 15 días después porque ya se habían “acostumbrado” a que se salía varios días. Sabemos que las mamás y hermanas de las víctimas sabían que estaba siendo amenazadas por parte del agresor, así como también hemos sabido de las abuelas que entregan al padre violento a los hijos o hijas ya sea por amenazas o porque creen que tienen derechos más que el de sus hijas.

Si las mujeres no entendemos la violencia contra nosotras y la seguimos justificando y silenciando, así como haciéndose cómplices de los agresores, considero que va hacer bastante complejo prevenirla, atenderla y erradicarla, y sí considero que debemos seguir sensibilizando a las mujeres de todas las edades sobre la violencia, la discriminación y la desigualdad con perspectiva de derechos humanos y género, en cada espacio, en cada rincón en cada comunidad, hogar, familia. Desmontar la violencia también es tarea de nosotras como mujeres, desde donde estemos, incluyendo los partidos políticos, el gobierno, las escuelas, etc. necesitamos ser todas, no es de balde decir que si tocan a una nos tocan a todas.

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