Morelia, Michoacán a 12 de junio de 2019.- No soy de los que piensan que la Selección Mexicana está obligada a ganar la Copa Oro, no en esta ocasión que el torneo no ofrece recompensa alguna como en tiempos pasados donde el trofeo implicaba un boleto a la Copa Confederaciones y la posibilidad de competir a otro nivel.
No en esta ocasión donde se ha incrementado la cantidad de participantes atentando directamente contra la calidad del torneo que de por sí era ya muy baja.
No en esta ocasión cuando los rivales ofrecen muy poco en términos de calidad ya fuera de Costra Rica, los demás están a la baja. Estados Unidos, por ejemplo, que viene disfrazando su crisis con un cambio generacional y Honduras extraviado en forma y fondo.
No en esta ocasión cuando Gerardo Martino ni siquiera tiene equipo completo y apenas va iniciando su proceso.
La pregunta es seria: ¿qué más da no ganar el torneo? Y para los muy aferrados al sentimiento de la camiseta, la pregunta es a la inversa: ¿Qué te da ganarlo?
¿Prestigio? Lo dudo. Hoy ser el mejor de Concacaf dice poco y significa nada.
Creo que la verdadera victoria de Gerardo más allá del trofeo, es aprovechar el tiempo con sus jugadores para impregnar lo mejor posible lo que busca en el terreno de juego.
La gran victoria vendrá en la capacidad de jugar tal y como él quiere, además de mandar un mensaje fuerte y claro para los que hoy piensan que la Selección estará siempre disponible.
En esta ocasión, el triunfo no debería medirse en función de un nuevo adorno en la vitrina de la Federación Mexicana de Futbol.
Fuente / El Financiero – Miguel Gurwitz
