Gerardo Herrera

Jóvenes.

Columnistas Principal

Por: Gerardo A. Herrera Pérez.

Durante tres años de trabajo y a través del Programa Cohesión Social Apatzingán, cuyo propósito era brindar la atención de diferentes grupos en condiciones de vulnerabilidad, uno de ellos, los jóvenes; en este sentido, presentamos la problemática que define a la juventud, sus problemas, los desafíos que vive, y las posibles propuestas de empoderamiento que se requieren.

¿Qué pasa con los jóvenes? la pregunta nos la hacemos las personas que tenemos alguna preocupación, disgusto o no sentimos confianza con los jóvenes. La pregunta también surge del querer entender lo que no se logra dimensionar por parecer distante, confuso, ajeno a quien lo pregunta.

Los jóvenes se expresan: “qué carnal”, “qué manguera”, “qué pex”, “qué buey”,  “qué pedo”, “qué onda”, “qué guaraches”, lo mismo lo expresan los “adolescentes”, “jóvenes”, “emos”, “góticos”, “darketos”, “punketos”, “reggaetoneros” y todos aquellos que se expresan como “buey, que pedo”, entre otros, y  son parte de las muchas expresiones, actividades, grupos y tendencias que los jóvenes  emplean para comunicar o expresar lo que son, piensan, sienten, buscan y, en ocasiones, de lo que carecen y desean, esa es la realidad y no debemos de espantarnos.

Los jóvenes son mucho más que maneras de hablar, formas de comportarse o modos de vestirse, modos de expresar sus emociones y pasiones, pero generalmente sólo eso viene a la mente cuando se piensa en ellos, sobre todo si los vemos reunidos en las esquinas de las calles de las colonias, o en las rancherías o tenencias.

Hemos trabajado en Apatzingán conjuntamente con autoridades (H. Ayuntamiento de Apatzingán) y sociedad civil (Por amor a mi tierra Apatzingán, OBC) por casi tres años; la intervención social ha sido con diferentes grupos vulnerables y en condiciones de precariedad; pero hoy esos grupos con los que se trabajó́ serán protagónicos en estos procesos de transmodernidad que vienen, entre ellos: las mujeres, y los jóvenes.

Los jóvenes han sido considerados de diferentes maneras, por ejemplo, Lozano María en su texto “Nociones de juventud” sostiene que la búsqueda de una definición de lo juvenil no es simple porque éste es uno desde el punto de vista de la biología y es otro si se habla de una cualidad social o fenomenológica, es más fuerte incluso, si se habla desde la complejidad. Así́, mientras algunos ven a los jóvenes como aquellos que no pueden seguir siendo considerados niños pero que todavía no son adultos, otros los definen como aquellos que se revelan y/o luchan por el poder de los mayores.

Por su parte, Soto Adriana en su texto “Características psicológicas y sociales del adulto joven [documento en línea]”, afirma que la adolescencia y la juventud se han interpretado desde diversas perspectivas que han aportado un conjunto de conocimientos acerca de estas edades. Es decir, ser joven es disruptivo, es ser dinámico y no estático, es ser transgresor, ellos reconstruyen sobre las dinámicas sociales ya aceptadas.

Ante la diversidad de posturas para la comprensión de la juventud, se ofrecen algunos criterios para identificar  la juventud que nos ayudan a la comprensión de este segmento de población: • concepto relacional que adquiere sentido desde la interseccionalidad y las categorías de exclusión como: género, sexualidad,  etnias y clase social; • concepto con una carga histórica en relación a los contextos social, económico y político que definen las características concretas sobre el vivir y percibir lo joven; • por otro lado, responde a contextos concretos bien definidos, ser joven es diferente en distintos momentos incluso ahora en la Pormodernidad, son jóvenes con masculinidades liquidas; • está constituida tanto por “hétero-representaciones” elaboradas por agentes o instituciones sociales externos a los jóvenes, como por autopercepciones de los mismos jóvenes, es decir los jóvenes son una diversidad de identidades desde las sociales, culturales y también las sexuales; • se construye en relaciones de poder definidas por condiciones de dominación, centralidad o periferia, en las que se dan procesos complejos de complementariedad, rechazo, superposición o negación, es decir el manejo de las masculinidades hegemónicas con prestigio saberes, poder, autoridad y jactancia y de masculinidades subordinadas que aspiran a ese prestigio y • se produce tanto en lo cotidiano en ámbitos íntimos como los barrios, la escuela y el trabajo como en lo “imaginario” en comunidades de referencia como la música, los estilos y el internet.

Los jóvenes son los amos de la redes, de las plataformas digitales, es decir su conocimiento y manejo de las TIC, muchos de ellos ya trabajando en transitar a las TAC (tecnologías del aprendizaje y el conocimiento), les permite ser, hacer, sentir y expresar su posición desde lo electrónico en tiempos posmodernos, es decir, los jóvenes hoy son ya los precursores digitales y contrastan con los segmentos de población más tradicionales y no ajustados a estos adelantos tecnológicos. 

En el ciberespacio, los jóvenes controlan qué hacer, cómo hacerlo, cuándo y con quién hacerlo. Incluso, pueden controlar el empleo de ciertas herramientas para satisfacer intereses psicológicos, socio-emocionales e intelectuales: el espacio personal, la libre expresión, la necesidad por compañía, la interconectividad, la necesidad de tomar riesgos (recordemos los problemas vinculados con actores delincuenciales, la trata de personas), etcétera.

Los jóvenes viven tiempos difíciles y enfrentan problemáticas que impactan tanto el ego como las relaciones con otros sujetos, objetos y eventos. Existen al menos ocho tipos de problemas, aunque pueden existir otros derivado del tiempo, modo y lugar: personales corporales, pérdidas, familiares, legales y violencia, sexuales, educativos, paternos y de la maternos, entre otros, pero sin perder de vista que en este ejercicio se complican las problemáticas cuando hablamos de la diversidad sexual (LGBTTTIQ), o bien en el ejercicio de la interseccionalidad jóvenes originarios, de zonas rurales, en pobreza, precariedad, sin estudios, de color de piel, embarazadas, en condición de calle, viviendo en adicciones, en condición de privación de la libertad, jóvenes madres solteras, etc.

Ahora bien, los grandes desafíos que enfrentan los jóvenes son de diferentes índole, por un lado los desafíos políticos y de ciudadanía; de exclusión social; de la inclusión; de los valores sociales; la desesperanza del futuro y por el otro lado están las crisis que vivimos todos, pero en particular ellos, los jóvenes, la crisis medioambiental, la crisis social (de las familias y de los adultos) y la crisis mental, además de las crisis financieras y durante la pandemia la crisis de salud y educativa.

De cara a todas estas problemáticas complejas, los jóvenes requieren en su empoderamiento individual: espacios seguros e incluyentes; que se promueva una imagen positiva de acerca de sus cuerpos, es decir, no cuerpos que violentan, sino cuerpos que respetan a la otredad; requieren de crecimiento y desarrollo saludable; participar en procesos de educación holística para aumentar sus conocimientos.

Empoderamiento en la familia: una mayor interacción con la familia y los padres; el desarrollo de la sexualidad vista como un proceso natural y normal de la juventud; reconocer su voz, poder y valor de los jóvenes; reconocer las necesidades de participación y movilidad.

Empoderamiento en la sociedad: generar condiciones para oportunidades de inclusión social; manejo de redes sociales y TIC para combatir violencia y mejorar imagen de los jóvenes; llevar a cabo el programa “Soy joven, soy libre” en las escuelas desde la educación secundaria y la preparatoria, para sensibilizar los espacios educativos y al personal institucional.

Empoderamiento en sus derechos humanos y libertades: asegurar su participación en procesos educativos y formativos; acceder a sus derechos sexuales y sus derechos reproductivos; impulsar estrategias para evitar la violencia contra los jóvenes; oportunidad a los jóvenes vinculando el programa de Jóvenes Construyendo el Futuro con un trabajo digno y permanente no solo en espacios productivos, sino con emprendurismos.