Gerardo Herrera

Educación y comunidad

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Preparar una matriz epistémica en el análisis de los problemas sociales y realizar su abordaje desde la complejidad nos permite una revisión transdisciplinaria.

para la comprensión de la educación y la comunidad incluyo en la matriz epistémica, las dimensiones: ontológicas, epistemológicas, axiológicas, praxeológicas y, metodológicas.

No obstante, la primera consideración que se debe hacer es comprender desde la teoría pedagógica de Paulo Freire que la educación comunitaria es una vía para la formación de un ciudadano autónomo, libre, que se emancipa para la toma de decisiones. Para Freire representa un proyecto de vida, constituye una esperanza emancipatoria que se inscribe en una ontología distinta del acto de educarse es una escuela.

Pero, por otro lado, se encuentra el comprender el problema del “ser en sí” (lo que es el ser, lo que esta estático, que se queda tal cual) y el “ser para sí” (el que aprende del otro, se relaciona con la otredad, el que transforma en conciencia social), la esperanza se proyecta en tanto el hombre se posesiona de sus espacios de vida para aprender la realidad y para pensar en transformarla.

El hombre aprende en la acción, la cual debe estar acompañada por un conocimiento de la realidad, es así como formación-acción constituye una relación que puede llevar a la concientización; la creación y desarrollo de conciencia es fundamental para conocernos, desde lo antropológico, ambiental, cívico-social, espiritual expresa Edgar Morían y de la prevención confirma Gerardo Herrera.  

El pensamiento crítico, su emancipación, la libertad y la autonomía que le permiten tomar decisiones éticas, le ayudan a que el ser comunitario aprenda rompiendo con las imposiciones y, por su misma condición hace valer sus conocimientos y experiencias que el mundo de la vida le ha permitido acumular en diversos espacios y tiempos, no solo en la escuela, sino también en las diversas instituciones sobre las cuales transita: la familia, los amigos, la escuela, el taller, los espacios comerciales, las bibliotecas, el deporte, incluso el noviazgo, la relación de pareja, el casamiento, los hijos y su presencia, que no se separan de la realidad del modelo económico que vivimos, y en ello, de la globalidad, el mercado y el patriarcado.

El conocimiento adquirido debe de ser utilizado para la resolución de problemas culturales y comunitarios (el manejo del agua,  de la luz y la basura, el consumo de alimentos altos en azúcares y sodio, el ruido, los fertilizantes y funguicidas de los paquetes tecnológicos agrícolas, el sedentarismo, las nuevas religiones, los hijos y sus adicciones y hedonismo, los derechos humanos, la violencia, la desigualdad, la precariedad), en donde los resultados de dicho conocimiento debe representar aportes para generar transformaciones que no transiten para dividir, sino para incluir; cuando ello sucede, estamos ante un proceso significativo de esperanza de una educación que genera las condiciones para alcanzar la libertad, la autonomía en la toma de decisiones; esa esperanza a la que alude Ernst Bloch, quien expresa en su texto Esperanza, que se trata de lo dinámico, de movernos, no de estar estáticos, esperando, eso nunca, que se escriba lo que aún no se escribe, que se invente lo que está por inventarse.  

Pedagogos como Freire, nos aporta la importancia de iniciar con un conocimiento propio de la cultura pública (festividades, danzas, formas de atender las defunciones, bautizos, confirmación, presentaciones, bodas, y rituales sociales de redistribución de la riqueza al interior de la comunidad, las relaciones de poder, saber y del ser), es decir de lo que ahí se vive, se experimenta, ello, derivado a que es el contexto donde se desarrolla la población que es la comunidad y su medio del cual se apropian y con el cual conviven, es decir el grado de politicidad (poder) y participación que tienen los diferentes miembros de la comunidad en esa brecha generacional que define quién es y de qué adolece para tomar decisiones. “Dicha relación en una era cambiante, tiene que ser canalizada, no manipulada, para que las comunidades, en la formación colectiva, se expresen de manera coherente con el propósito de contribuir a mejorar formas de vida”, de ahí la importancia de revisar la comunalidad y sus formas de organización para actuar como entes sociales.

Por ello, las relaciones comunitarias, entre la población y su medio, permiten avanzar en las relaciones sociales comunitarias, al ser desarrolladas como procesos participativos amplios, incluso calificados como democráticos y que generan la liberación  y que desde luego dan paso a generar identidad o pertenencia y vínculos de solidaridad entre sus integrantes comunitarios para manifestar su interés por la resolución de problemas comunes, sin ello, se permanece en el egoísmo y la manera individual de resolver problemas, con los impactos no deseables que se tienen.  

El conocimiento que emana de la comunidad y la discusión como un proceso reflexivo ayuda a crear las condiciones para un clima de libertad donde el aprendizaje de los integrantes de la comunidad les permita elevar su autoestima y con ello, dejar de lado la falta de participación, el interés, la apatía, y así, no poner en riesgo la solidaridad ganada y la cohesión sobre la cual se puede ir avanzando significativamente.

La educación y el desarrollo de las personas, integran la relación de vida, es decir, la comunidad crece cuando su conocimiento implica desarrollo de una acción cognitiva que integra dos cosas, el pensamiento y la realidad que se vive, y a ello, se le dice formación, y es que el conocimiento posibilita la mejora de prácticas sociales, para mejorar el sentido de la vida y con ello se forma al ente social.  

En la educación comunitaria el sujeto social debe conocer de su existencia, sus contradicciones, pero también los ideales y sobre todo interactuar con el resto de los sujetos sociales, el hecho de interactuar genera el sentimiento de pertenencia, de identidad, en donde el conjunto de la sociedad reconoce de la existencia de la conciencia colectiva para atender proyectos solidarios frente a los procesos comunitarios.

Por otro lado, la educación comunitaria es amplia y flexible, se construye en el día a día, porque aún sin un proceso educativo sistemático, los sujetos sociales discuten sus problemas culturales, económicos, políticos, ambientales y coinciden en la búsqueda de soluciones, lo que constituye un aprendizaje significativo.

La educación comunitaria impulsa la creación y desarrollo de la conciencia pública, ésta determina las coincidencias con otros sujetos sociales ante los problemas y por lo tanto la búsqueda de acciones para darles solución. La conciencia pública no limita la libertad individual, pero tiene que propiciar un conjunto de acciones para el bien común, para la resolución de problemas en beneficio de todos, y no necesariamente de consenso.

De esta manera la conciencia es producto social, todos contribuyen a construirla; la conciencia integra tanto lo racional como lo sensorial, lo objetivo y lo subjetivo, permitiendo a los adultos las motivaciones hacia un conocimiento que reconoce la totalidad social. Este reconocimiento se vincula a diversas vivencias en el desarrollo de la vida misma.

De esta manera la educación se constituye como un proceso para que el sujeto se convierta en agente activo y se inserte en las luchas sociales (la lucha del feminismos, de los derechos humanos, de la diversidad, de la Paz, el medio ambiente, el desarrollo, el crimen patriarcal, el desplazamiento y los desaparecidos, contra las drogas y la trata de personas).

Así, la educación comunitaria permite la inserción en la lucha social, toda vez que el sujeto social tiene mayor respuesta por el conocimiento y sensibilización que ha tenido con otros sujetos sociales de la comunidad, en la resolución de los problemas que los aquejan y que viven en su cotidianeidad. Bajo este enfoque el sujeto social apertura su mente, su conciencia, su acción liberadora, su autonomía, que con una visión crítica logra entender la realidad y el daño que le puede o les puede estar causando dicha realidad y es entonces cuando genera de manera libre propuestas para transformar.

La educación comunitaria promueve procesos libertarios y permite el rescate del ser cultural que es el humano. El concepto de ser cultural parte de considerar al humano ser social el cual tiene conciencia social y por tanto se vincula a estudiar los problemas por los que atraviesa y a tratar de resolver las problemáticas para avanzar en atender sus necesidades y mejorar cada día su participación en el proceso libertario.

Desde esta perspectiva debemos considerar a la educación comunitaria, como un proceso complejo, en el cual se dan relaciones interdependientes, sistémicas en diversos niveles y con mayor grado de compromiso. Por esto, el proceso de autoeducación, genera e incorpora información, originalidad, creatividad, iniciativa, motivación y responsabilidades que se comparten en un ideal libertario.

Cuál es la participación del docente y la comunidad: el docente debe estrechar lazos directos con la comunidad y con la realidad que contextualiza a la escuela; más allá de las relaciones de solidaridad y reconocimiento de problemas, el docente aprende al comparar sus niveles teóricos con la praxis vital humana.