Gerardo Herrera

La declaración de Sevilla

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Dicho instrumento ha generado propuestas para atender las problemáticas de violencia que se viven en el mundo.

En 1989, con representantes de diversas disciplinas, y autoridades de la UNESCO en Sevilla, y autoridades de Sevilla, España, se presentó, la Declaración de Sevilla; dicho instrumento ha generado propuestas para atender las problemáticas de violencia que se viven en el mundo; pese a ello, y después de más de tres décadas de trabajo, aun continuamos con guerra en el mundo, cuando menos la de Rusia y Ucrania, pero también en México, la guerra entre los carteles que dejan una estela de opresión en contra de la población civil.

En 1989, un conjunto de universitarios de todo el mundo se reunieron para presentar un manifiesto sobre la violencia; dicho instrumento tuvo el propósito de denunciar los hechos y teorías científicas que legitiman la violencia y la guerra, y es que, con la teoría de la evolución se ha legitimado no solo la guerra, sino también el genocidio (las personas brujas, africanos y originarios del siglo XV y XVI), el colonialismo (siglo XVI en las américas) y la eliminación del más débil, de aquel que no debe subsistir porque no es apto para la vida. Por ello, los universitarios como así se hicieron llamar, proponen cinco aspectos que desde la ciencia sería incorrecto pronunciar al considerar que la violencia es biológica y no estructural o social.

Primero: es incorrecto científicamente expresar que se ha heredado de nuestros antepasados los animales una propensión para realizar la guerra. Aunque el combate sea un fenómeno muy expandido en las especies animales, en las especies vivas sólo se conocen algunos casos de luchas destructoras intraespecies entre grupos organizados. Y en ningún caso implican el recurso a utensilios usados como armas. La guerra es un fenómeno específicamente humano que no se encuentra en los demás animales. La guerra al tener cambios en la historia prueba que se trata de un proceso de la cultura. Existen culturas que desde hace siglos no tienen guerra y otras que en ciertos periodos la han hecho con frecuencia y luego han vivido en paz por mucho tiempo.

Segunda posición científica plantea que, es incorrecto expresar que la violencia o la guerra son atribuibles a la genética de la naturaleza humana. Aunque indiscutiblemente varía la predisposición de los individuos a sufrir la huella de su experiencia, no obstante, sus personalidades son determinadas por la interacción entre su dotación genética y las condiciones de su educación. Con excepción de algunos raros estados patológicos, los genes no producen individuos necesariamente predispuestos a la violencia. Pero el caso contrario también es cierto.

La tercera posición científica, plantea que es incorrecto expresar que a lo largo de la evolución humana, se produjo una selección de la raza humana agresiva. Y es que todas las especies, tienen la capacidad de cooperar y cumplir funciones sociales que se adaptan al constructo social y cultural de sus integrantes.  Y es que como se expresa en el documento, “El fenómeno de “dominación” implica lazos sociales y filiaciones; no resulta sólo de la posesión y la utilización de una fuerza física superior, aunque pone en juego comportamientos agresivos”. En este sentido, de manera contundente expresan los universitarios científicos que, “la violencia no se inscribe ni en la herencia evolutiva ni en los genes del ser humano”.

En su cuarta posición, explican contundentemente que el ser humano, no cuenta con un cerebro violento. Y es que, aunque nuestro cerebro nos permite actuar con violencia, no se activa en automático por estímulos internos o externos. Los comportamientos humanos se rigen por otros condicionamientos y las formas de socializar. En conclusión la fisiología  neurológica no nos obliga a reacciones violentamente.

Para la quinta consideración, plantean que científicamente es incorrecto decir que la guerra es un fenómeno instintivo o que responde a un único móvil. La guerra moderna pone en juego la utilización institucionalizada de una parte de las características personales tales como la obediencia ciega o el idealismo, y por otras aptitudes sociales tales como el lenguaje. Las tecnologías de la guerra moderna han acentuado considerablemente el fenómeno de la violencia, sea a nivel de la formación de los combatientes o en la preparación psicológica a la guerra.

De esta manera la Declaración de Sevilla concluye que la biología no condena a la humanidad a la guerra, al contrario, que la humanidad puede liberarse de una visión pesimista traída por la biología y, una vez recuperada su confianza, emprender, la Paz.