Los delitos sexuales son delitos de poder

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Por: Circe López Riofrio

Las agresiones sexuales en contra de niñas y niños, es una práctica frecuente y dolorosamente disculpada y justificada por la sociedad, las autoridades, y sí también por quienes integran a las familias de las víctimas. Muchas veces el desconocimiento y la desinformación, así como las creencias y casi siempre el miedo, son elementos que interactúan para que no se hagan muchas veces la denuncias correspondientes ante las autoridades, que vale la pena mencionar que muchas de ellas hacen afirmaciones sobre sus creencias y su desinformación como llamar al resultado de una violación como “bendición”, lo cual es ofensivo en extremo, porque nadie, pero en verdad nadie desearía tener un embarazo producto de una agresión sexual, ya que ese hecho no estuvo basado en el amor sino en el sometimiento, las amenazas, el desprecio y muchas veces el terror.

Es más debería ser considerado un delito a quien suponga que la agresión sexual es con amor o por amor, de ninguna manera, lo que existe es el dominio de una persona sobre otra que regularmente no tiene elementos para defenderse ni oponerse, por lo que casi siempre son personas que ejercen cierta autoridad, en ocasiones son más grandes de edad que la persona que agreden, regularmente ocupan y tienen jerarquía, dinero y poder sobre una comunidad o grupo de personas.

El abuso sexual va desde los tocamientos en áreas genitales del cuerpo de la niña o niño que agreden o bien tocamientos hacia órganos sexuales de las personas que están ejerciendo la violencia, no siempre hay introducción de un objeto o del pene en las vías vaginal y anal, pero si puede haber introducción de un objeto o del pene hacia la boca de la niña o niño agredido, así como a pasarlo por el cuerpo de ellas y ellos.

También puede hacer actos sexuales sobre el cuerpo de los niños o niñas, como masturbarse encima de ellos/as hasta la eyaculación, tomar fotografías de desnudos o hacerlos que posen de diferentes maneras que pueden ser consideradas sugerentes o insinuantes a la penetración o al sometimiento.

Posiblemente lo descrito anteriormente sea para algunas personas innecesario y hasta ofensivo, pero desde mi punto de vista es necesario, ya que cuando se habla de agresiones sexuales hacia los niños y las niñas hay una especie de incapacidad de poder imaginar o bien describir las aberraciones que hacen estas personas en los cuerpos de miles de niños y niñas, resulta impensable poderlo aceptar, pero existe, y lo hace porque puede hacerlo, porque hay impunidad, porque cree que nadie dirá nada, porque pueden ejercer el poder sobre la víctima que es una niña o niño.

Si lo anterior es brutal ahora piensen en una violación, en la penetración de un objeto o del pene en la vagina o ano de una niña o niño, y que además quede embarazada cuando apenas tiene 9 años, que brutalidad sería ¿no?, pues eso pasa y no se denuncia, hay instituciones educativas que no reportan los casos de abuso sexual por parte de su personal docente y administrativo porque tienen miedo a que les cierren el negocio y prefieren emprender una serie de acciones que persuadan a las víctimas directas de no decir y a las indirectas de no denunciar, cuando esto sucede, se puede hacer a través de una notificación a las autoridades en este caso a la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Vinculados a la Violencia de Género, ya que estos casos cuando son niños, niñas y adolescentes que no tienen más de 18 años no requieren de denuncia, por así decirlo, se investiga de oficio.

Jamás pero jamás se debe conciliar esta violencia ni buscar que haya una reparación del daño, jamás se debe confrontar a la víctima niña o niño con el agresor, jamás se debe buscar un acuerdo reparatorio, porque todo aquello que se haga fuera de la denuncia y de la ley, permitirá que los agresores vuelvan a cometer estos actos de violencia contra otras niñas y niños, que importa que una familia se quede sin padre si este agrede sexualmente a sus hijas e hijos, que importa si se va a la cárcel, la justicia inicia con la credibilidad y el amor que la escucha permite cuando los niños y las niñas nos dicen lo que les está pasando, saben que algo no está bien, la respuesta en la tristeza, el miedo, la angustia que puede derivar en otras consecuencias que lo deterioren física e intelectualmente, su desarrollo se quede como suspendido, queda lesionado o con traumas.

Basta ver hoy en día las noticias y ver como diferentes sectores religiosos y sectas encubiertas de programas de liderazgo y coaching, que deberían ser espacios para la reflexión, la conciencia y la construcción de la paz enfrentan graves acusaciones por casos de pederastia, violencia sexual y pornografía, tal vez lo inconcebible es que esas personas en quienes se pensó que se podía confiar hayan transgredido los valores que pensamos que deben tener un mundo justo.

Recordar que siempre hay signos y síntomas que nos dicen que algo no está bien, he escuchado historias y testimonios en donde los niños y las niñas narran como reclamando que sus madres sabían lo que ocurría y se hacían las que no sabía y les decían que eso no era verdad, los avergonzaban porque según mentían y les reprimían físicamente, una mujer madre de familia que sabe y tolera el abuso sexual de sus hijos e hijas también está siendo violentada, también es víctima, pero también puede romper esa cadena de violencias y agresiones, romper esa tradición no dicha de pensar que los cuerpos de las niñas y los niños les pertenecen a los padres, al padrastro, a los abuelos, a los amantes, a los curas de las iglesias, al pastor de la iglesia, al policía, al jefe, etc. eso no es verdad y lo saben.

Hay algo que las mujeres tenemos y le decimos corazonada, un presentimiento, algo que no me hace sentir bien, eso se llama pensamiento reflexivo y deductivo que nos permite sentir algo, así como un alerta que hace que me lata el corazón bien fuerte, pues bien, eso se llama tener cuidado, utilicemos ese pensamiento para cuidar a nuestros niños y niñas, tenemos derecho a dudar, a tomarnos un momento para analizar, organicémonos con nuestras vecinas, amigas y compañeras para que podamos cuidar a nuestras niñas y niños, la organización de las mujeres es lo único que nos puede ayudar, ya que las soluciones jamás vendrán del gobierno y de las instituciones, así que regresemos a los cuidados comunes, todos los niños y niñas de mi cuadra son parte de mi comunidad y puedo cuidarles y echarles un ojo, siempre.

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