Gerardo Herrera

Medición económica y progreso social

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Por: Gerardo A. Herrera Pérez

Me permito compartir un punto de vista sobre el Informe para la Medición del desarrollo económico y del progreso social, del profesor Joseph Stiglitz. Entre los planteamientos se comenta la urgente necesidad de contar con nuevos indicadores que permitan saber  e identificar sobre los avances del progreso social; los indicadores deben permitir evaluar las políticas para garantizar el progreso de la sociedad, de los mercados e influir en ellos.

En esta sociedad de la información se requieren datos para la toma de decisiones; una mala medición genera  una mala política pública o decisión. Las estadísticas requieren de nuevos conceptos, de metodologías que ayuden a reflejar los fenómenos sociales y los resultados del bienestar de los ciudadanos.

El PIB es una herramienta que no evalúa el bienestar a lo largo del tiempo, con relación al medio ambiente, a lo económico, y lo social, desde la perspectiva de la sustentabilidad (bienestar actual y sostenibilidad).

Quienes han participado en el Informe son científicos y personas con amplia trayectoria en diferentes áreas del conocimiento: bienestar, salud mental, felicidad, entre otros.

El Informe se dirige a cuatro tipos de personas: los políticos, a las autoridades, a los beneficiarios de la información, académicos, y a la población en general, organizaciones civiles, prensa y medios electrónicos de comunicación. Los resultados del Informe se organizaron en doce puntos, previo a ellos, se considera que:

Primero, se deben mejorar las herramientas que miden los resultados en una economía compleja; es decir medir no solo la producción, sino los resultados que genera para la sociedad en su bienestar dicha producción, el bienestar material de las personas. Con relación a los servicios públicos tanto individuales de educación, salud y otros, como sociales de seguridad, que genera el Estado, solo se miden los gastos para generar dichos servicios, sin tomar en consideración la evolución de la productividad, es decir dichos impactos se ignoran.

Segundo: el sistema estadístico debe de centrarse  más en la medición del bienestar de la población que en la medición de la producción económica y que es conveniente que dichas mediciones del bienestar se restituyan en un contexto de sustentabilidad, en lo humano, natural, social y físico.  En otras palabras, hay que elaborar un sistema estadístico que complete las mediciones de la actividad mercantil por datos relativos al bienestar de las personas y mediciones de la sustentabilidad.

Tercero: un sistema de medición no  deberá medir únicamente los niveles promedios de bienestar en una comunidad concreta y su evolución en el tiempo, sino que también deberá reflejar la diversidad de las experiencias personales y de las relaciones entre las diferentes dimensiones de la vida de las personas, es decir su percepción y generación de bienestar en lo concreto.  El informe presenta doce recomendaciones:

Recomendación nº 1: Plantea la importancia de que en la evaluación de bienestar material, se deberá referir a los ingresos y al consumo de la población de los hogares, lo que realmente está sucediendo, más que a la producción.

Recomendación nº 2: La perspectiva de los hogares supone tomar en cuenta las transferencias entre sectores tales como los impuestos percibidos por el Estado, las prestaciones sociales que éste otorga, los intereses sobre los préstamos de los hogares pagados a los bancos. Los ingresos y el consumo de los hogares deben incluir los servicios proporcionados por el Estado: salud y la educación

Recomendación nº 3. Patrimonio, ingresos y consumo; si un hogar gasta su riqueza en bienes de consumo aumenta su bienestar actual pero a costa de su futuro, donde no habrá ahorro para generar un patrimonio.

Recomendación n° 4: Otorgar más importancia a la distribución de los ingresos, del consumo y de las riquezas. El ingreso medio, el consumo medio y la riqueza media son datos estadísticos importantes pero insuficientes para aprehender de manera exhaustiva los niveles de vida. El cálculo del promedio de los ingresos, del consumo y de las riquezas debe entonces venir acompañado de indicadores que reflejen su distribución. La noción de consumo promedio (de ingreso promedio, de riqueza promedia) ofrece una mejor herramienta de medida de la situación del individuo o del hogar “representativo” que la del consumo promedio, del ingreso promedio o de la riqueza promedio

Recomendación nº 5: Ampliar los indicadores de ingresos a las actividades no mercantiles. Numerosos servicios que los hogares producen por sí mismos, no se toman en cuenta en los indicadores oficiales de ingresos y de producción, y sin embargo constituyen un aspecto importante de la actividad económica. Como el servicio doméstico que no está incorporado a la información, pero que se realiza, que genera un trabajo, pero que no está considerado.

El bienestar es pluridimensional, que se aplique en las mediciones debe de considerar los siguientes elementos: I. las condiciones de vida materiales (ingreso, consumo y riqueza); II. la salud; III. la educación; IV. las actividades personales, y dentro de ellas el trabajo; V. la participación en la vida política y la gobernanza; VI. los lazos y relaciones sociales; VII. el medio ambiente (estado presente y porvenir); VII. la inseguridad, tanto económica como física

Recomendación nº 6: La calidad de vida depende de las condiciones objetivas en las cuales se encuentran las personas y de sus capacidades dinámicas. Sería conveniente mejorar las medidas estadísticas de salud, de educación, de actividades personales y de condiciones ambientales. Además, un esfuerzo particular deberá otorgarse a la concepción y a la aplicación de herramientas sólidas y fiables de medida de las relaciones sociales, de la participación en la vida política y de la inseguridad, conjunto de elementos del que puede mostrarse que constituye un buen elemento para predecir la satisfacción que la gente obtiene de su vida. Evaluar si las personas se sienten felices.

Recomendación nº 7: Los indicadores de la calidad de vida deberían, en todas las dimensiones que cubren, proporcionar una evaluación exhaustiva y global de las desigualdades. Las desigualdades de calidad de vida deberán ser evaluadas entre personas, categorías socioeconómicas, sexos y generaciones, otorgando una atención particular a las desigualdades de origen más reciente, como a las que están ligadas a la inmigración. Baste recordar que no podemos homogenizar, algo que de suyo es heterogéneo y cambiante y no estático.

Recomendación nº 8: Se deberán concebir encuestas para evaluar los lazos entre los diferentes aspectos de la calidad de vida de cada uno, y las informaciones obtenidas se deberán utilizar cuando se diseñen políticas públicas en los diferentes ámbitos del bienestar presente.

Recomendación nº 9: Los responsables de las estadísticas deberían proporcionar la información necesaria para asociar las diferentes dimensiones de la calidad de vida y permitir de esta manera la construcción de diferentes índices.

Recomendación nº 10: Las mediciones del bienestar, tanto objetivo como subjetivo, proporcionan informaciones esenciales sobre la calidad de vida. Los responsables de las estadísticas deberían integrar en sus encuestas preguntas cuyo objetivo sea conocer la evaluación que cada uno hace de su vida, de sus experiencias y de sus prioridades.

Recomendación nº 11: “La evaluación de la sustentabilidad necesita un conjunto de indicadores bien definido. Los componentes de este tablero de mandos deberán tener como rasgo distintivo, el poder ser interpretados como variaciones de ciertos “stocks” subyacentes. Un índice monetario de sustentabilidad tiene su lugar en un tablero de mandos de esta naturaleza; sin embargo, en el estado actual de los conocimientos, debería permanecer principalmente centrado en los aspectos económicos de sustentabilidad”.

Recomendación nº 12: Los aspectos ambientales de la sustentabilidad merecen un seguimiento separado que radique en una batería de indicadores físicos seleccionados con cuidado. Es necesario, en particular, que uno de ellos indique claramente en qué medida nos acercamos a niveles peligrosos de amenaza al ambiente (de hecho, por ejemplo, el cambio climático o el desgaste de los recursos pesqueros, la tala, recursos mineros, etc.).

La causa del Neoliberalismo ha sido  la pobreza; los Estados-Nación diseñaron políticas públicas para el  desarrollo social, pero solo fueron paliativos, porque no se ha resuelto la problemática de fondo de la pobreza.

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