Trata de personas en la era de los derechos humanos

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Por: Gerardo A. Herrera Pérez

En múltiples ocasiones se han llevado a cabo actividades informativas y formativas en los que se escucha a especialistas sobre el fenómeno de Trata; no obstante puedo apreciar que si no se cambian los formatos de difusión, el esfuerzo y  su impacto podrían ser mínimos; lo digo porque el contexto en el que se realizan siempre es dirigido a pequeños grupos de diferentes condiciones socioeducativas. Por otro lado, continuamos observando que el material bibliográfico nacional sigue siendo escaso, y el mismo toca solamente  cuestiones penales, pero no abre las reflexiones al debate que se da en el mundo sobre el tema con una visión de transdisciplinariedad.

En días pasados, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, presento un libro sumamente interesante, “Trata de personas: un acercamiento a la realidad nacional”, un documento extenso, pero con una gran riqueza documental, cifras, narrativas y elementos cuantitativos y cualitativos, que es de importancia para aquellos que estamos en el tema. El texto de referencia, nos obliga a replantearnos el cómo atender dicho problema desde otra mirada, es decir, no solo jurídico penal, sino más social, mas desde el mercado, más desde una visión holística, sistémica, transdisciplinaria, desde el pensamiento de la complejidad.

En este contexto, he tenido el privilegio de servir a mi comunidad, toda vez que  me ha tocado participar en diferentes acciones para la prevención del delito de Trata de Personas; he realizado acciones ya como servidor público, o bien como miembro de la sociedad civil. He trabajado lo mismo con niños, niñas y adolescentes, como con adultos mayores, población joven, población indígena y en general con la comunidad y también con los servidores públicos, en estructuras operativas tanto municipales, locales como federales.

El delito de Trata de  personas se tipifica cuando a las personas se les utiliza como mercancía; se presenta cuando una persona, para sí o para un tercero, dentro o fuera de sus países, promueve, solicita, ofrece, facilita, consigue, traslada, entrega o recibe a una persona, por medio de la violencia física o moral, el engaño o el abuso de poder, para someterla a explotación sexual, trabajos o servicios forzados, esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, mendicidad forzada, servidumbre o a la extracción de un órgano.

El fenómeno de la Trata de Personas, no es nuevo, desde luego que no; tan solo recordemos el paso de  población africana desde hace quinientos años, así como la llegada de mujeres blancas del Occidente para el  Nuevo Mundo. Hoy a la vuelta de los años, y en un modelo neoliberal y globalizado, donde todo se compra y se vende, la Trata pone en riesgo a todos aquellas personas y grupos sociales que viven en condiciones de precariedad, o bien en situación de vulnerabilidad, y en ello se incluye, niños, niñas, adolescentes, jóvenes, adultos, adultos mayores, población indígenas, siendo principalmente las mujeres y las niñas y niños los más afectados.

Estos grupos que viven en precariedad o que son vulnerables, constituyen las mercancías que demandan los consumidores de cuerpos, de sexo, de droga, de trabajos forzados, de pornografía, de prostitución, de crimen organizado, adopción, órganos humanos, mendicidad, o bien de trabajo doméstico.

El cuerpo humano, ahora es una mercancía más en el mercado capitalista, ese mercado que se genera a través de la seducción del hedonismo, del narcisismo, de la individualidad; ha sido un pase de la comunidad a la personalización del individuo, un abandono de los valores comunales, para un replanteamiento de los valores individuales.

Desde diferentes discursos, académicos, sociales, políticos, se afirma que se debe de cambiar la estrategia, vamos, se anima a dejar de lado lo que hoy se tiene, para impulsar nuevas formas de atención de la problemática, para ello, se precisa que la Trata de Personas debe ser abordado desde las cuestiones estructurales, del modelo económico, es decir, de revisarse desde el fenómeno de la discriminación, la violencia de género, la falta de acceso a las oportunidades, la corrupción, la desigualdad, la falta de cumplimiento de los derechos humanos, y el sometimiento a las libertades.

En los diferentes foros en los que me presento, hablo acerca de la importancia de revisar el diseño de la política pública, las estructuras operativas y su funcionalidad, pero también de revisar el marco normativo, porque es evidente que no está funcionando al seguir cometiéndose un delito que genera ganancias por el crimen organizado por  cientos de millones de dólares.

Y es que aunque tengamos los mejores marcos normativos y protocolos de actuación, mientras no se generen las condiciones de coordinación para la instrumentación de la política pública en el combate de la trata de personas, y la información en torno de ese delito y sus modalidades de explotación se le dé seguimiento, se estará poniendo en riesgo la dignidad de las personas, porque es un asunto que tiene que ver con garantizar los derechos humanos. 

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