Con nuevo formato participativo, candidatos evidencian debilidades en propuestas
Morelia, Michoacán a 20 de mayo de 2018.- Pocos minutos pasaron, cuando Donald Trump se convirtió en el tópico central del segundo debate presidencial en Tijuana, al abordar el primer tema relativo el comercio exterior.
Ante preguntas crudas y directas, ninguno de los candidatos presidenciales fue capaz de establecer un mecanismo concreto para obligar al mandatario estadounidenses a “respetar” a México, ni tampoco de qué manera va a proteger las exportaciones en caso de un eventual bloqueo económico.
Y es que el nuevo formato con público participativo no era sencillo para los candidatos, pues no permitió las divagaciones: a cada ambigüedad venia una interrupción de los moderadores Yuriria Sierra y Léon Krauze, para demandar propuestas concretas, no hubo una estructura rígida que diera espacio al romanticismo y los rodeos sin cuestionamiento.
El primer momento de rispidez se dio cuando el candidato de la coalición “Por México al Frente”, Ricardo Anaya se acercó lo suficiente (físicamente) para incomodar al candidato de izquierda, Andrés Manuel López Obrador, quien demostró su desagrado, y se ostentó en varios momentos como el puntero en las encuestas.
“Toy divertido con el pleito”, respondió Rodríguez Calderón al señalársele que no había hecho uso de sus minutos durante el segundo bloque, “abusados con estos”, advertía al público; no obstante los ataques personales duraron menos, el formato obligaba a los candidatos a enfrentarse al público, los moderadores y los cuestionamientos, antes que a sus competidores….aunque lo intentaron hasta el final.
En tanto, el priista, José Antonio Meade intentaba desarrollar su propuesta con poca atención y desinterés de sus adversarios en plantear replicas, incluso a sus críticas más directas.
Fue durante el tercer bloque cuando los candidatos parecieron estar de acuerdo con un único mecanismo necesario para evitar los abusos hacia migrantes en la frontera: acabar con la corrupción.
Si bien Margarita Zavala no estuvo presente, fue Meade quien se encargó de evocarla, al recordar una de las pocas afirmaciones contundentes que la otrora candidata hizo en el primer debate de no criminalizar la pobreza.
Todos coincidieron en la atención a jóvenes, oportunidades de empleo y acceso a la educación como motor de desarrollo para inhibir la migración y el tráfico de personas.
Sin embargo las propuestas en torno a la legalización de la marihuana y la defensa del migrante en Estados Unidos no llegaron a ser aterrizadas, pero hubo un último gesto de consenso entre todos, al acordar que, pese a llamarse “cínicos”, “corruptos” y “mentirosos”, prevalecerá la cordialidad en la contienda.
