Gerardo Herrera

Economía Feminista y de cuidados.

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Por: Gerardo A. Herrera Pérez.

La economía feminista (EF) y economía de cuidado que presenta Corina Rodríguez  su texto Economía feminista y economía del cuidado, comparte algunos elementos fundamentales para la comprensión de las desigualdades. Entre los aspectos que analiza están los elementos que contribuyen de la economía feminista a la economía, entre ellos se destacan el sesgo androcéntrico de la economía convencional, y la incapacidad para explicar el funcionamiento de la realidad en donde la mujer y el trabajo doméstico y de cuidados para la vida no se encuentran visibles en sus categorías de análisis.

La economía feminista centra la vida como eje de análisis y discusión, con lo que desconcentra el androcentrismo y los mercados, por lo que lo importante es la reproducción de la vida y no del capital. La EF, plantea como mejorar la distribución para sostener y reproducir la vida. Y en particular se concentra en reconocer, identificar analizar y proponer como modificar la desigualdad de género como elemento necesario para lograr la equidad socioeconómica.

La EF es a la vez un programa académico pero también político; su objetivo es ver la realidad y transformarla en un sentido más igualitario. De esta manera sus contribuciones van a fortalecer el desarrollo de la economía como ciencia social con abordaje multidisciplinario, en diálogo con otras corrientes de pensamiento y disciplinas y con otros movimientos políticos.

La EF revela los mecanismos de discriminación en el mercado laboral orientados a las mujeres, y presenta información sobre la segregación de género horizontal por rama de actividad y vertical por jerarquía de ocupaciones. Igualmente la EF, incorpora los conceptos de división sexual del trabajo, organización social del cuidado, economía del cuidado. Realiza estudios de la pobreza y sus dimensiones, y plantea el concepto de la feminización de la pobreza.

La EF dio a visibilizar el rol del trabajo doméstico no remunerado en el proceso de acumulación capitalista, y las implicaciones en términos de explotación de las mujeres, tanto por parte de los capitalistas como de los maridos, ello dio paso a la creación conceptual de economía de cuidado. La economía de cuidado se refiere a las actividades y practicas necesarias para la supervivencia cotidiana de las personas en la sociedad en que viven, incluye el autocuidado, el cuidado directo de otras personas, la provisión de las precondiciones en que se realiza el cuidado (limpieza de casa, compra y preparación de alimentos), la gestión del cuidado (coordinación, horarios, traslados a centros educativos y otras instituciones).

El cuidado permite atender las necesidades de las personas dependientes, por su edad o por sus condiciones/capacidades (niñez, adultos mayores, enfermos, con discapacidad).

La EF pretende con la economía de cuidados dos cuestiones: la primera, la importancia sistémica del trabajo de cuidado en la dinámica del sistema de sociedad capitalista; y el segundo, dar cuenta de las implicaciones que la manera en que se organiza el cuidado tienen para la vida económica e las mujeres.

La economía de cuidado cumple una función en el sistema capitalista, y es la reproducción de la fuerza de trabajo, es decir los y las trabajadoras que podrán contratarse para una actividad productiva, sin ellos, el sistema no podría reproducirse. El trabajo de cuidados es invisibilizado en el perfil del trabajador, ya que no se tiene en cuenta ni el trabajo que esa fuerza laboral tiene incorporada al estar cuidada, higienizada, alimentada, descansada, ni el trabajo del cual se le libera al eximirla de responsabilidades de cuidado de aquellos con quienes convive.

La organización social del cuidado, se refiere a la manera en que se interrelaciona las familias, el estado, el mercado y las organizaciones comunitarias producen y distribuyen cuidado. La organización social de cuidado en América Latina es injusta, porque las responsabilidades de cuidado se encuentran desigualmente distribuidas en dos ámbitos diferentes. Por un lado, hay una distribución desigual de las responsabilidades de cuidado entre hogares, Estado,  mercado y organizaciones comunitarias. Por otro lado, la desigualdad en la distribución de responsabilidades se verifica también entre varones y mujeres, en síntesis, la evidencia muestra que el trabajo de cuidados es asumido mayormente en los hogares y regularmente por las mujeres.

La concurrencia simultanea de la división sexual del trabajo, la naturalización de la mujer por cuidar, su biología que le permite  cuidar legitima y justifica su trabajo de cuidados y doméstico, en este sistema económico; no obstante esta posición ha ejercido el patriarcado justifique en las cuestiones biológicas un significado que es eminentemente cultural afianzado por los medios de comunicación, la educación, el diseño de la política pública, marcos ideológicos de estados, etc.

Desde el Estado, el diseño de la política pública en donde considera que las cuestiones de cuidado le corresponden al hogar y por ende a la mujer; así el Estado interviene en la educación o complemento en los hogares cuando ameritan situaciones especiales, precariedad, pobreza, discapacidad.

La organización social del cuidado, se vincula con aquellos hogares que pueden pagar por los cuidados a otras personas o instituciones privadas para la atención de los miembros de la familia, liberando a las mujeres de aquellos hogares; sin embargo se dan los casos de personas trabajadoras migrantes que van de un país pobre a otro para atender las cuestiones de cuidado. Se observa que dichas personas son en su mayoría mujeres, que han dejado a sus hijos en otros países encargados con sus parientes y de esta forma se integran las cadenas globales de cuidado, que son los vínculos y relaciones a través de los cuales se transfiere cuidado de la mujer empleadora en el país de destino hacia la trabajadora migrante, y desde esta hacia sus familiares o personas próxima en el país de origen. La organización social de cuidado de manera transnacional, siempre será desigual.

Los desafíos que aún se tienen en la economía familiar son producir información para hacer diagnósticos para conocer la situación actual de la organización social del cuidado. Diseño de políticas públicas de cuidado para la distribución entre hombres y mujeres; diseño de políticas públicas que permitan organizar las actividades de cuidado entre el trabajo y el hogar de las personas y transformar el estereotipo de género en torno del cuidado, desnaturalizando su feminización.

Así, frente a estos planteamientos, debemos comprender los hombres, los masculinos en su diversidad, la importancia, no solo como un deber ético, sino como un deber ser,  sumarnos a procesos de respeto a la mujer, así como, a realizar actividades de cuidado dentro del hogar, en una plena distribución para que el proyecto de la familia pueda atender las necesidades de recreación y desarrollo. Solo recordemos que la vida debe estar al centro, y que en ese ejercicio es fundamental el trabajo de todos los miembros de la familia en las actividades de cuidado