Gerardo Herrera

Empoderamiento o emancipación

Columnistas Principal

Mujeres talentosas como Marta Lamas o Marcela Lagarde y otras feministas, nos ofrecen puntos de vista importantes para la comprensión de las problemáticas sobre las que atravesamos en esta sociedad posmoderna.

Antes de la pandemia, escuche disertar a Marta Lamas sobre el tema de la emancipación y el empoderamiento; ella advertía que si las mujeres se empoderaban transformarían a los varones para evitar actos desiguales e injustos en las relaciones, al parecer no ha podido ser así, de tal suerte que necesitamos avanzar, pero en procesos de deconstrucción de los mandatos masculinos y femeninos a los que se refiere Rita Segato.

Recientemente estuve en Lázaro Cárdenas facilitando un evento de capacitación para mujeres y la toma de decisiones para evitar la violencia; me doy cuenta perfectamente que pese al trabajo realizado por muchas personas para empoderar a la mujer, es innegable, tenemos mujeres en altos puestos de mando, en representación política y también en la gestión pública, pese a ello, no ha sido suficiente porque el piso no ha sido parejo y existe una inmensa mayoría de mujeres, también hombres (los no hegemónicos) que viven en desigualdad vinculada a la clase, raza, edad, escolaridad, discapacidad, estado de salud, condición económica, pese a que lo debo de reconocer existen mejores condiciones de la educación media superior y superior para incorporar a la mujer.

Si bien, algunas de estas mujeres que hoy disfrutan de la politicidad pública y desde luego se encuentran empoderadas, aun no han logrado emanciparse de sus mandatos de feminidad (obediencia al otro) y en el caso de los hombres del mandato de la masculinidad (sabiduría, poder, jactancia, violencia y potencias para dominar y subordinar). Y es que emanciparse del mandato de feminidad requiere de liberarse de la subordinación y dominación o dependencia, pero además de emanciparse del mandato cultural de la feminidad, es decir, de obedecer, cuidar al otro por amor, los quehaceres del hogar con abnegación, la crianza de los hijos por que ellas los trajeron al mundo, de esos actos, aún se mantienen oprimidas.

Ví, durante el evento al que fui, que diversas participantes fueron acompañadas de sus hijos, o bien, de esos pequeños que requiere de la lactancia materna, o de aquellos que en su primera infancia requieren de cuidado. Es decir, las mujeres aun no han logrado como plantear el trabajo de cuidado con su pareja, pero igualmente con el Estado, porque es importante distribuir el trabajo del hogar, de los cuidados y de la crianza. Al ser el cuidado de las personas lo sustantivo en la vida y al ser un derecho debe estar positivado y regulado por el Estado quien debe de proveer las condiciones y los servicios para compartir esa responsabilidad.

Al ver a dichas madres de familia con sus hijos en los brazos, me deja claro que, se requiere de una gran inversión para impulsar acciones de política pública de cuidado infantil, pero igualmente en la educación inicial, en una educación extraescolar, cuidado de personas en condiciones de vulnerabilidad, enfermas, o bien viviendo en discapacidad, generando un diseño de política pública en servicios de cuidado para que las mujeres puedan realizar otras tareas, o bien, dotándolas de los derechos laborales a las mujeres para acceder a un salario y en su momento una pensión para quien dentro de la familia realice esta acción de cuidado.

Tal vez lo más importante para atender el problema sea, como en su momento lo comento Marta Lamas, es que las mujeres no se han emancipado del mandato de feminidad, es decir, lo hacen porque son mujeres abnegadas, madres abnegadas, esposas, hijas, hermanas abnegadas.

Recordemos que abnegado es negarse a si misma, porque también la mujer necesita de cuidados en diferentes momentos de su existencia.

Si en realidad queremos trabajar en un modelo de igualdad sustantiva, de paridad, se requiere urgentemente modificar la distribución del trabajo de cuidados. Desafortunadamente esta división social del trabajo hace que madres, hijas, esposas, amantes, hermanas, amigas, vecinas, comadres, realizan el trabajo del hogar y cuidados como un acto de amor y abnegación, este trabajo se hace sin remuneración, con triples jornadas de trabajo y dependiendo de otras mujeres para que cuiden a sus hijos o bien a los enfermos o personas con discapacidad.

Me pregunto y les pregunto a las Mujeres de Acero, a las mujeres que capacité, porque hablamos del tema, en el marco de la violencia, en la importancia de que los hombres asuman un trabajo de crianza y cuidado, además de labores del hogar, porque si bien entiendo la importancia del empoderamiento, también comprendo que lo que necesitamos urgentemente es la emancipación del mandato cultural de la feminidad, la obediencia, de la abnegación, en donde todo lo que se hace es por el amor al otro; así, aun con empoderamiento no lograremos la emancipación, haciendo que el hombre trabaje en la división del trabajo dentro del hogar, en cuidados, crianza y quehaceres del hogar.