Gerardo Herrera

Empoderamiento

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¿Qué entiende por empoderar, qué por empoderamiento?, ¿solamente las mujeres pueden empoderarse?

¿el empoderamiento deja de lado el androcentrismo, el sexismo, el control del otro?, ¿nuestras hijas, hijos, hijes pueden empoderarse?, hoy frente a la violencia que se vive y los feminicidios las mujeres se encuentran empoderadas?, dichas preguntas y otras me las hice, durante mucho tiempo y hoy frente a la violencia, discriminación y opresión me lo vuelvo a preguntar ¿las mujeres están empoderadas?, ¿la sociedad esta empoderada?.

Al iniciar este siglo XXI, escuché recurrentemente en la construcción del discurso público la palabra empoderar a las mujeres; lo mismo desde Palacio Nacional, los Pinos, y el Sistema Nacional Dif, y de manera estatal y municipal, todos los servidores públicos querían empoderar a las mujeres.

Es decir, se repetía constantemente empoderar a la mujer para evitar violencia, para acceder a un plano de igualdad, de libertad; muchas personas pensamos en aquellos tiempos, que empoderar era dotar de información a las mujeres para mejorar su condición desigual en que vivían.

Desde mi perspectiva, hoy a la vuelta de dos décadas, el empoderamiento es:  la capacidad de tomar conciencia (antropológica, ambiental, cívica, espiritual y de prevención) y adquisición de capacidades, cuyo objetivo es lograr la autonomía y libertad para la toma de decisiones de la persona, y no necesariamente la de las mujeres; es decir, en interseccionalidad, todos, todas, todes caben para participar y tomar decisiones, libres, autónomas, abordadas desde la conciencia, pero además desde un pensamiento crítico y emancipatorio.

No obstante, se observa que empoderar permite también la formación de grupos en condición de vulnerabilidad para mejorar su participación y tomar decisiones de forma libre, autónoma e informada, principalmente de personas jóvenes, la niñez, adolescencia y las mujeres, pero en general se puede empoderar a la sociedad.

No obstante, es importante trabajar sobre dos ejes para lograr el empoderamiento, primero, que la persona vaya adquiriendo y desarrollando capacidades personales (conocimientos, actitudes, aptitudes, destrezas, manejo de emociones) y que el medio le facilite ejercer efectivamente tales capacidades, esta posición es comentada por Soler P, en el texto “La construcción de un modelo pedagógico del empoderamiento juvenil..”.

Por otro lado, el empoderamiento es un proceso que integra distintas formas de poder, esta definición la expresa Rowlands, J.; Poder sobre, poder para, poder con, poder desde dentro. Cada una de estas formas re-expresa la importancia de empoderar a partir de compartir, de dialogar, de generar esfuerzos para atender problemáticas, del reconocimiento en la otredad y la capacidad de otorgar igual alteridad.

Veamos de manera detallada: “Poder sobre. Desde este abordaje, el poder implica el control o la dominación de un grupo sobre otro en diversos ámbitos como la toma de decisiones, el acceso a los recursos, la propiedad de la tierra o la participación política. Desde un análisis de género, puede ubicarse a los hombres como los principales detentores del poder sobre otros hombres y sobre las mujeres, generando con ello distintas formas de desigualdad. • Poder para. Poder generador que promueve nuevas posibilidades sin que exista una relación de dominación. • Poder con. La sensación de que los esfuerzos compartidos dan mejores resultados, especialmente, cuando un grupo o una comunidad une sus fuerzas para superar una problemática. • Poder “desde adentro”. La capacidad de autovaloración que permite otorgar igual reconocimiento a las demás personas, es decir, alteridad, intersubjetivación, tolerancia y respeto.

¿Me pregunto, empoderar para qué?, el empoderamiento atiende dos tipos de intereses de las personas, es decir, los intereses prácticos y los intereses estratégicos.

Los intereses prácticos, obedecen a la satisfacción de las necesidades básicas que requerimos como personas: alimentación, salud, educación, deportes, vivienda, ocio, entre otras; en tanto que los intereses estratégicos implican un cambio en las posiciones de poder que permiten la toma de decisiones, la libertad, la autonomía, la participación pública, el acceso y el control sobre los recursos, así como el reconocimiento social, esta posición la comenta Moser en su texto de Planificación de Género y desarrollo.

Reitero, el empoderamiento, es la capacidad de tomar conciencia (antropológica, ambiental, cívica, espiritual y de prevención) y de adquirir capacidades, cuyo objetivo es lograr la autonomía de la persona, no necesariamente la de las mujeres; es decir, en interseccionalidad, todos, todas, todes caben para participar y tomar decisiones, libres, autónomas, asumidas desde la conciencia.

Por ello, cuando hablamos de empoderamiento no es solo personal y dirigido a la mujer, al contrario, es donde se involucra a la sociedad, y desde luego, a quienes la integran, es decir, va desde lo personal, pero también incluye a las personas que representan los intereses de la sociedad, y en conjunto a la comunidad.

En este contexto el empoderamiento es un  proceso que actúa de manera envolvente entre los individuos y la sociedad, no solamente sobre una persona; con ello, los propósitos del empoderamiento serán alterar la creación o desarrollo de la conciencia, identificar áreas de oportunidad para la transformación, crea estrategias, promueve el cambio, canaliza las acciones y los resultados, con el propósito de alcanzar niveles más altos de conciencia y estrategias acordes a responder a necesidades y expectativas de la población.

Como podemos observar, el empoderamiento no puede ser un proceso vertical o unilateral, jerárquico, sino un proceso horizontal, donde todos, todas y todes pueden alcanzar a tomar decisiones de manera libre, autónoma y desde luego emancipatoria.

A lo largo de mi experiencia en trabajo con comunidades, sobre todo en Santa María de Huiramangaro, aprecie que el empoderamiento de las mujeres que trabajaron en la comunidad de aprendizaje, bajo la metodología de aprendizaje dialógico, lleva un proceso de largo plazo para apreciar las transformaciones personales, colectivas, o de grupo, y sobre todo de los contextos en los que vivimos, donde se aprecia que el empoderamiento no es exclusivo de un género, las mujeres y sobre todo no le resta poder a un grupo de personas, para fortalecer las de otros grupos o grupo de persona.  

En el texto de Igualdad de género, se expresa que “Por ejemplo, en el caso del empoderamiento de las mujeres no se trata de restar poder a los hombres; consiste en un proceso de adquisición de conciencia, fortalecimiento de capacidades y adquisición de recursos. Particularmente, permite a las y los jóvenes tener una participación activa, real y tangible en los procesos de cambio social. Se manifiesta en la posibilidad de incidir en la toma de decisiones informadas que afectan a las y los adolescentes en lo cotidiano, con las que corresponden a sus derechos y también en las que generan transformaciones en la organización escolar, las comunidades y otros contextos”.

En este contexto la pregunta que me formulo es simple ¿cuál es la oportunidad del empoderamiento, entre las juventudes?, la posibilidad real de impulsar la igualdad de género al movilizar los conocimientos para la comprensión de la desigualdad, para evitar los roles de género, la opresión, la violencia, exclusión, discriminación, su invisibilidad, pero sobre todo evitar atentar contra los derechos humanos y la dignidad de una persona considerada como diferente.

En estas reflexiones, agradezco a las doctoras Verónica Reyes García, Rosalinda Herrera, Lydia Nosti y Nena Meza, sus aportaciones para la elaboración de esta nota, con lo que nos queda claro que el empoderamiento es un proceso por medio del cual las mujeres transitan de cualquier situación de opresión, desigualdad, discriminación, explotación o exclusión a un estadio de conciencia, inclusión, autodeterminación y autonomía, el cual se manifiesta en el ejercicio del poder democrático que emana del goce pleno de sus derechos y libertades, expresa la Ley general de una vida libre de violencia contra la mujer.