Juventud: Asignatura Pendiente en Michoacán

Columnistas

Por: Erik Avilés Martínez

Mucho se ha hecho énfasis la sociedad civil mexicana en la enorme trascendencia que se encuentra en impulsar el garantismo del derecho a aprender desde la educación inicial para que desde la más tierna edad los infantes mexicanos estén, aprendan y participen en la escuela.  Sabemos que tan alto ideal dista mucho esto de ser realidad, pero al encontrarse firmemente colocado el tema en la agenda pública, muy probablemente tendremos prontas noticias en lo que respecta al seguimiento que se le brindará a tal demanda mediante la construcción de política pública para la primera infancia.

Si bien, México es el país de las causas irresueltas, este mes nos recuerda que el próximo 12 se celebra el Día Internacional de la Juventud, mediante el cual se intenta visibilizar a nivel mundial al mencionado grupo etario y sus necesidades específicas, las cuales, de acuerdo con instancias internacionales, se agrupan en torno a temas de salud, educación y empleo, principalmente.

En México y en Michoacán, la pobreza, la desigualdad, los asesinatos, el desempleo y los empleos precarios, la falta de seguridad social, los embarazos no deseados, la delincuencia, las desapariciones forzadas, la migración, la falta de vivienda propia, la deserción escolar y muchos indicadores más tienen edad juvenil.

Es demostrable, tanto estadísticamente como con historias de vida que poseen incontables nombres y apellidos que desde la acción gubernamental muy poco se ha hecho por la juventud mexicana, siendo a la fecha una de las heridas abiertas más dolorosas de nuestro tejido social.

A pesar del histórico abandono sistémico hacia este grupo etario, en las campañas electorales recién finalizadas resultó lamentable la falta de propuestas integrales para la resolución de la problemática de la juventud nacional. Solo algunas pinceladas discursivas se esbozaron, muchas de ellas sin factibilidad técnica ni presupuestal, lindando incluso en la demagogia.

Y a pesar del desinterés político, cuando despertamos el dos de julio, los jóvenes seguían aquí. No podemos soslayar la situación que viven, donde parecen ser las víctimas perfectas para los corruptos y depredadores; ni podemos olvidar la educación de escasa calidad que han recibido, tampoco los malos ejemplos que sus predecesores les hemos brindado, ni el abandono que han recibido. Los ingentes casos de omisión, abuso y de explotación que han sufrido exclaman lo indispensable y urgente que es convertir esa dolorosa y estrepitosa derrota social en una contundente victoria, para que nuestra nación base su prospectiva de desarrollo en el potencial de los jóvenes.

Contar con juventud, vitalidad, energía y entusiasmo en México contrasta enormemente con la flagrante falta de recursos y arropamiento institucional para aprovechar al máximo está floreciente etapa de la vida humana.  Dotar a la juventud de las mejores herramientas para obtener el mayor valor agregado para sí mismos durante esta etapa y no hasta el final de sus existencias debe ser una alta misión de la humanidad.  Lograr su desarrollo pleno, su independencia y el despliegue de sus capacidades a pronta edad permitirá que las posibilidades evolución de la especie humana se catalice en nuestra nación y en Michoacán en particular. Tan elevado objetivo está compuesto intrínsecamente de un factor educador.

Más que ser pretexto para una celebración, esta fecha debe servir para conmemorar debidamente a todos los jóvenes cuyas alas no se extendieron plenamente para alcanzar sus sueños. Por ello vale la pena reflexionar que significa ser joven michoacano y el mosaico de identidades juveniles locales que le definen, así como el potencial inmenso que se posee en nuestras generaciones jóvenes y que  solamente puede pasar del terreno de lo ideal a lo real a través de la educación, dejando de ser una asignatura pendiente en la entidad.

Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles

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