Mara Castilla y la raíz de la violencia

Columnistas

Por Antonio Aguilera
@gaaelico

A Mara Castilla la asesinó no sólo un hombre violento, sino una sociedad enferma. Su muerte, aunada a las casi mil 400 mujeres que han perdido la vida victimas del machismo asesino o del crimen organizado, vuelve a poner en evidencia que en México la muerte se mide bajo las reglas de la impunidad.

Mara Castilla no cometió ningún error, sólo quería ser feliz, pero cayó en las manos de un hombre que vive en un contexto de violencia domesticada, en donde la música, las series televisivas, las redes sociales, le sugieren que es fácil cometer un crimen sólo para cumplir una satisfacción personal.

A Mara también la mató la indiferencia social, la ignorancia, la desgana de un país que ya no se sorprende ni se escandaliza si una mujer muere de forma violenta, si un infeliz puede cometer un crimen y después irse a su casa, si desaparecen decenas de personas, si se sufren asaltos, si se cometen ejecuciones de personas en plena vía pública y a los ojos de todo mundo.

La muerte, más bien, el asesinato es un pan ya de cada día, una moneda de cambio, un tema más de la sobremesa, pero que se sigue viendo bajo los anteojos moralinos, ya que primero se juzga a la víctima antes de cuestionar al victimario y su entorno.

Mara mueve conciencias, pero también despierta sus más infames instintos, su más obcecada ignorancia, ya que cuando se convoca a la sociedad a protestar por su muerte, se presentan actos intransigentes y excluyentes como le pasó este domingo al periodista Jenaro Villamil, que fue expulsado de una de esas manifestaciones. Lamentablemente, fue ese hecho y no la justa protesta lo que retoman los medios de comunicación.

México recorre su penitencia en alguno de los círculos del infierno de Dante, y paga con sangre su soberbia y su indiferencia como nación.

Sin embargo, debemos seguir levantando la voz, y no callarnos, que el dolor se convierta en un grito fuerte que logre derribar la indiferencia, ya que esa es la guadaña que más vidas corta.

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