Tiempo de Olimpiadas

Columnistas

Por: Erik Avilés

Después de la incertidumbre generada en el segundo semestre de 2017 respecto a su continuidad, finalmente se han emitido las respectivas convocatorias y anexos técnicos para la celebración de la máxima justa del deporte amateur en la nación: la Olimpiada Nacional, que es a su vez una tradición de décadas que ha servido de escaparate para una gran cantidad de talentos deportivos y de conformación de historias de vida ejemplares.

Lamentablemente, por razones presupuestales,  se ha decidido que una vez más, sea una edición eminentemente juvenil, donde por ejemplo, para el ajedrez, se ha restringido la participación a jóvenes entre 12 y 16 años, lo que limita el fogueo que adicionaban las categorías infantiles, dejándoles los Juegos Nacionales Escolares como plataforma de competición.

Más allá de las decisiones cupulares tomadas en la CONADE, resulta importante compensar los efectos que la coyuntura financiera y política pudiese ocasionar en lo local. Es trascendente lograr hilvanar una política pública articulada con las diferentes escalas territoriales en Michoacán para que nuestros niños y jóvenes puedan cruzar la delgada y casi invisible línea que separa al deporte social del deporte competitivo con éxito, para que puedan conocer el horizonte posible que les deparará en caso de que intensifiquen su dedicación a la disciplina que practiquen.

Asimismo, es importante que se logre homogeneizar el apoyo a todos los deportes, ya que no debe de mantenerse en la discrecionalidad el ungimiento de disciplinas como ganadoras y favoritas, mientras que otras simplemente padecen de inanición en cuanto a recursos, apoyos y seguimiento a talentos deportivos. Si todos los deportes contasen con las mismas condiciones, estaríamos en otra posición competitiva en muy corto plazo.

Por supuesto, vendría bien introducir al sistema deportivo estatal conceptos y acciones en materia de mejora contínua, un sistema de gestión de la calidad, encuestas de satisfacción, consultas populares, cuestionarios, un sistema de becas más incluyente y masivo, un consejo ciudadano estatal del deporte que operase a manera de junta directiva y pudiese tomar decisiones colegiadas en la materia, con amplia inclusión social, un presupuesto acorde a las necesidades de garantizar el derecho al deporte de los michoacanos, etcétera.

Esperemos que estos tiempos de olimpiadas puedan generar cambios positivos en el enfoque de la política pública deportiva estatal que permitan conformar un punto de inflexión en cuanto a resultados cuantitativos y cualitativos respecta. Paralelamente, hay que reconocer que hasta ahora prácticamente el mérito que implica obtener buenos resultados en Olimpiada Nacional le pertenece a los atletas, a sus familias, a los entrenadores y a las asociaciones deportivas, ya que son los que infunden mayor valor agregado al proceso. Gracias a su nobleza y esfuerzo altruista es que Michoacán sostiene la posición actual en el medallero, por lo que hay mucho más por hacer desde las instancias encargadas del deporte a nivel municipal y estatal, así como del sistema educativo, en sus modalidades de sostenimiento pública y privada. Esperemos también, se redoblen esfuerzos por parte de las autoridades para lograr los resultados que los actores principales del deporte amateur estatal se merecen. Que así sea.

Sus comentarios son bienvenidos en erik.aviles@gmail.com y en Twitter en @Erik_Aviles

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