Elecciones 2018: entre medios de comunicación y pasquines

Columnistas

Por: Antonio Aguilera
@gaaelico

Los procesos electorales presidenciales, por lo menos desde la campaña de Vicente Fox a la fecha, están en poder de la mercadotecnia política, en donde la clásica identidad partidista, la oferta ideológica y el peso de las siglas y colores de los institutos políticos pasaron a segundo plano, para priorizar el perfil, el manejo del discurso y la imagen del candidato.
Fox dejó una escuela que se ha seguido al dedillo: que sean los medios de comunicación los que dicten la agenda.

Con la campaña de Felipe Calderón apareció un fenómeno que no se había registrado en la historia de los procesos electorales en México: la guerra sucia mediática, la cual se centró en spots denostativos en contra de Andrés Manuel López Obrador. El conducto de la guerra sucia fueron los llamados medios tradicionales, es decir la radio, la televisión y la prensa escrita, en donde los estrategas del panista, Dick Morris y Antonio Solá, quienes construyeron la frase de “un peligro para México”, para polarizar a los electores. López Obrador “perdió” las elecciones por menos del 1% de los votos.

Para la elección 2012, las redes sociales cobraron significativo papel en la promoción de candidatos y en el ataque a sus personas, pero el papel más importante lo tuvo un espontáneo movimiento estudiantil surgido de la universidad iberoamericana a través del movimiento Yo soy 132, que cuestionó en particular a Enrique Peña Nieto.

Sin embargo, para este 2018, la guerra se centrará en las redes sociales, en menoscabo de los llamados medios tradicionales, quienes vieron migrar grandes franjas de audiencias al internet y en particular a las redes como Facebook, Twitter y otros. En estos últimos seis años surgieron portales y emanaron los llamados influencers en el mundo digital, quienes optaron por apagar la televisión y navegar sin tapujos en las redes.

Los partidos y los candidatos han optado por diversas estrategias:

El PRI sigue apostando a las grandes cadenas mediáticas, a Televisa, El Universal, Radio Fórmula, y otros, para generar mayor impacto a sus tácticas de comunicación. Muchas de estas cadenas han optado por el papel propagandístico en favor del régimen en el poder, como fuimos testigos con el llamado “destape” de José Antonio Meade.

Andrés Manuel López Obrador optó por crear medios panfletarios y pasquines digitales, tanto para reproducir sus mensajes, como para atacar a sus adversarios, aquí se inscriben los predecibles y aburridos conceptos de Revolución 3.0 que dirige Epigmenio Ibarra, o el oficial Regeneración.

El PRD y el PAN optan por los medios tradicionales y por las redes sociales institucionales, pero en especial el dirigente panista, Ricardo Anaya, abusó de los cientos de miles de spots oficiales para hacerse promoción personal.

Por lo que se puede ver, el papel de los medios será importante mas no determinante, ya que la gran guerra se centrará en redes sociales, donde los ejércitos de bots y trolls al servicio de los diversos contendientes, velan armas y afilan cuchillos para lanzarse al abordaje. Nada bueno se vislumbra en el horizonte electoral.

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