México, en la mira por la corrupción

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“Si no quieres que se sepa, no lo hagas”. Proverbio chino.

Por: Rosmi Bonilla Ureña

Los mexicanos sabemos, porque así lo demuestran los indicadores de percepción, que vivimos en un país corrupto y reconocemos que el resto del mundo no lo desconoce.  Pero pocas veces nos detenemos a pensar en el impacto  de la corrupción en las relaciones internacionales.

Hay muchos ejemplos:  México tuvo fuertes roces con Francia por el caso de Florence Cassez (ciudadana francesa condenada por secuestro, delincuencia organizada y posesión de armas de fuego de uso exclusivo del ejército en nuestro país y liberada 6 años después en medio de un distanciamiento entre los dos países).

Panamá Papers involucró a personajes mexicanos y tensó las relaciones comerciales de los empresarios involucrados; el contrabando de mercancías, drogas y personas a través de México para llegar a Estados Unidos es uno de los temas favoritos de Donald Trump… y podemos seguir.

Sin embargo, no siempre la corrupción genera escándalos y por ello, la Unión Europea exige a México combatir este terrible mal como parte del Acuerdo de Asociación entre ambos.

Y es que los europeos deben estar preocupados si consideramos que las cifras oficiales arrojan que casi el 9 por ciento del Producto Interno Bruto se gasta en actos de corrupción.  Hablamos de mil 600 millones de pesos al año.

El dato anterior, lo proporcionan las unidades económicas (empresas) que participaron en la Consulta sobre la Calidad Gubernamental de 2016 que elaboró el INEGI; pero puede duplicarse si se consideran, además, los costos de la  corrupción que realizan los ciudadanos de manera individual (mordidas, pagos por gestión, coyotaje, entre otros).

La prioridad de la Unión Europea no es hacerle un bien a México; es proteger y facilitar las inversiones en euros.  Sin embargo, el viejo continente no solo se preocupa por las buenas prácticas y por los códigos de conducta y transparencia gubernamental y empresarial; también involucra a la sociedad civil ya que considera clave la participación ciudadana activa y el acompañamiento de las asociaciones no gubernamentales en la prevención y el combate a la corrupción.

El texto del acuerdo (que está próximo a discutirse) señala que la corrupción afecta al comercio, a la inversión: socava el buen gobierno y el desarrollo económico y distorsiona las condiciones competitivas internacionales.

El tratado comercial con Europa no es el primero en solicitar a México un real y efectivo combate contra la corrupción.  Durante las rondas de renegociación del Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), Canadá y Estados Unidos hicieron lo propio.

Sin duda, México no es el único país con el que otros Estados deben abordar el tema de la corrupción como un capítulo entero en los tratados comerciales internacionales que firma, pero aún así, resulta vergonzoso.  ¿No lo cree?

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