Los Políticos ante el Deporte

Columnistas

Por: Erik Avilés

Durante el presente proceso electoral hemos sido testigos de las múltiples acciones, promesas y compromisos que emprenden los candidatos a puestos de elección popular para granjearse nuestra confianza y lograr arrancar nuestro voto en su favor.

Es imposible dejar de ver que prácticamente todos los aspirantes a gobernarnos, en encargos previos o presentes han sido parte del problema, no de la solución. Hoy, el deporte de muchos es hacerse pasar por deportistas, gestores o promotores de disciplinas determinadas. Al respecto, no cabe duda de que también haríamos bien en hacernos pasar por políticos y hacerles ver que no engañan a nadie y somos conscientes de que hay un proceso de simulación debajo de ese repentino acercamiento a los actores clave del sistema deportivo local.

Hasta ahora, las propuestas han sido muy precarias en nuestra entidad federativa. Incluso, socavando la precaria gobernanza del sistema deportivo local, hay quien ha hecho campaña apoyándose en asociaciones no federadas ni reconocidas, mostrando lo que harán con la incipiente institucionalidad construida hasta ahora en caso de gobernarnos.

Asimismo, hay quien intenta hacer campaña pretendiendo colgarse del viejo discurso de que el deporte abate la inseguridad o reconstruye algo tan complejo de definir como el denominado “tejido social”. El impacto del deporte debe medirse con indicadores directamente relacionados con la salud del ser humano, que es su finalidad sustantiva, antes de perderse en opinar sobre su posible incidencia en efectos secundarios o transversales.

Como ya se ha demostrado en múltiples ocasiones previas, pretender ligar a fuerza al deporte con temas que no le son directamente consustanciales es un absurdo metodológico que culminará con desastres. Recordemos que en la administración 2012- 2015, el Gobierno del Estado para desvirtuar doblemente el impacto de dos sectores, el educativo y el deportivo, intercambió los indicadores para dejarlos sin validez alguna, al señalar que la calidad de la educación se midió con el número de medallas obtenidas por los atletas michoacanos en la Olimpiada Nacional. Este tipo de contrasentidos debe de evitarse que suceda nuevamente.

Por supuesto, más allá de las propuestas irrealizables es importante que los candidatos sean capaces de contestar preguntas tan sencillas como el qué, cómo, por qué, para cuándo, con quiénes, para cuántos beneficiarios y con qué recursos. Si contamos con respuestas concretas a cada una de estas preguntas para cada propuesta, podremos ponderar la calidad de las alternativas planteadas y con ellas construir soluciones integrales.

Si llegamos a ese escenario, habrá una campaña electoral de altura en materia deportiva. En caso contrario, la demagogia, la simulación y el clientelismo continuarán campeando en la entidad.

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