Espejo Roto

Columnistas

Morelia, Michoacán a 6 de septiembre de 2017

Rosmi Bonilla/ Astillas

En días pasados, el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) informó que, en el 2016, México tenía aproximadamente 53 millones de pobres, 2 millones menos que en el 2014.

Claro, los críticos profesiones y amateur inmediatamente saltamos a redes sociales a criticar la cifra.

Según el Artículo 36 de la Ley General de Desarrollo Social, los indicadores para medir la pobreza son el ingreso corriete per capita, el rezago educativo promedio en el hogar, acceso a servicios de salud, acceso a seguridad social, calidad y espacios de vivienda, acceso a servicios básicos de vivienda, acceso a la alimentación, grado de cohesión social.

Sin duda, para quienes conocen del tema, estos indicadores, transformados en números, podrían, efectivamente, dar resultados alentadores. Pero nuestra realidad es otra.

Ciertamente, por ejemplo, con programas como Seguro Popular, la gente tiene acceso a los servicios de salud, pero la calidad de esos servicios deja mucho que desear. Es decir, claro que puede ir al médico, pero de eso a recibir el tratamiento necesario hay una distancia enorme cuando en las unidades de salud no hay medicamentos, ni material de curación, ni equipo necesario para diagnóstico, cirugías, etc.

Francamente, el anuncio de Coneval -en el marco del Quinto Informe de Gobierno- parece una burla a la inteligencia cuando, repito, la realidad es evidentemente otra.

Fragmento
El ayuntamiento de Morelia estuvo -para variar- en el ojo del huracán con lo de la calle Ignacio Zaragoza. Y es que francamente no entendemos muy bien si era peatonal o no.

Por eso las burlas y memes respecto a los topes en un espacio que todavía se piensa que es peatonal. (La campaña informativa sobre la vialidad mixta no ha permeado, no ha sido efectiva).

Lo cierto es que hay un error en la comunicación ciudadanía-gobierno que impide que la gente sepa que la calle es de transito mixto (como era antes durante los encendidos de la Catedral); y también la explicación, al menos la campaña en redes, parece que fue tardía.

¿Por qué parece? Porque los tiempos hicieron pensar que se estaba explicando con muchos, muchos días de retraso a quienes criticaron la obra. Pero la realidad es que la campaña -para mí insuficiente- inició como estaba programada, a unos días de que se abriera la calle para la circulación disminuida (?) de los vehículos.

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