Después del Regional de ON…

Columnistas

Por: Erik Avilés

Después de los resultados obtenidos en la etapa regional de Olimpiada Nacional (ON) celebrada el pasado fin de semana para los deportes de ajedrez, boxeo y tiro con arco, en donde participó una comitiva de aproximadamente 40 competidores michoacanos, queda para la reflexión lo obtenido, en donde apenas seis atletas locales lograron su pase a la etapa final de la máxima justa deportiva en la nación, a celebrarse el próximo mes de mayo.

Incluso el ajedrez, a pesar de ser uno de los deportes con mejor rendimiento en estas etapas para Michoacán, al lograr calificar a dos de seis jugadores participantes, también manifestó una caída respecto a otras actuaciones previas, donde en promedio superaban la etapa la mitad de los participantes. Prácticamente el resto de los deportes sin duda estarán por debajo de esa tercera parte de eficiencia.

Independientemente del relativo logro que se tuvo en la etapa regional, vale la pena mirar hacia el interior de nuestro sistema deportivo estatal, el cual sigue dependiendo enormemente de la labor de los maestros de educación física en las escuelas de nivel básico en la entidad.

Al respecto, hay que señalar que, en todo Michoacán se cuenta con apenas 3 mil 180 maestros de educación física, repartidos en 25 sectores, los cuales apenas alcanzan para cubrir las necesidades de formación en materia deportiva de 60 por ciento de alrededor de un millón de estudiantes.

De ahí se desprende que Michoacán cuente con una base estrecha de atletas en la gran mayoría de las disciplinas deportivas, así como de una cantidad limitada de entrenadores y árbitros que prácticamente de forma honorífica hacen su labor.

Con ese estado de fuerza resulta sumamente complicado hacer frente a los males sociales que nos aquejan, se requiere que el diseño de política pública al respecto sea legítima, integral y transversal, a la vez que esté acompañada de inyección de recursos, para lograr contar con un sistema deportivo que masifique la práctica del deporte social, abatiendo las falencias que nos aquejan por su predominante ausencia.

La historia juzgará a esta etapa de Michoacán en la cual tanto el sedentarismo como una paradójica pandemia de obesa desnutrición que arroja enfermedades metabólicas a granel, no acertaban a combatirse desde una perspectiva lógica: la de implementar acciones garantes del derecho humano a la salud, como es evidentemente una adecuada difusión y puesta en práctica de la cultura física y el deporte. Mientras, se sigue sectorizando al deporte hacia temas de juventud, de desarrollo social y de educación, donde se difumina la enorme importancia de éste, al carecer de indicadores de impacto correlacionados con derechos humanos fundamentales en esos ámbitos.

Sin embargo, a la fecha, parece que no se sabe qué hacer con el deporte en los planes y programas de desarrollo, ni tampoco a la hora de votar por candidatos, ni tampoco al momento de designar funcionarios que verdaderamente lo impulsen. Esperemos que estas circunstancias se superen institucional y socialmente pronto y podamos lograr construir etapas superiores de desarrollo deportivo para Michoacán que manifiesten una mejora cuantitativa y cambio cualitativo en las múltiples dimensiones e indicadores en las que se puede medir y explicar el impacto de la práctica sistemática deportiva en nuestra sociedad. Que así sea.

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