Gerardo Herrera

Galardones a enfermeros y enfermeras.

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Por: Gerardo A. Herrera Pérez

Recibieron de manos de la Diputada Anita Sánchez Castro, los reconocimientos que acreditan la excelencia, y el buen desempeño de enfermeras y enfermeros de Michoacán, provenientes de todas las entidades las regiones. En el Centro de Información Arte y Cultura de la UMSNH, congrego a más de 600 enfermeras y enfermeros quienes estuvieron atentos al desarrollo del programa que incluía, una conferencia magistral, un panel de expertos, así como la Ceremonia Protocolaria de Entrega de Reconocimientos a los galardonados, hombres y mujeres que atienden el ciclo de vida del ser humano, desde que llega a esta vida, y hasta que deja de latir su corazón.

El evento platea no solo el reconocimiento, sino también la profesionalización, de ahí presentar la conferencia magistral sobre Enfermería de práctica avanzada. De igual manera se presentó el panel “Violencia en la profesión de enfermería” y en el cual, quien escribe esta crónica tuvo la oportunidad de disertar, sobre violencia y derechos humanos.

En la participación que tuve y con la representación del Órgano Autónomo de Derechos Humanos, precise que el tema de violencia  debe ser analizado en el marco de la complejidad, de lo transdisciplinario, y con un enfoque holístico y sistémico, para la comprensión del significado de la asimetría del poder, para el control, sometimiento de los cuerpos, principalmente de mujeres, cuyo papel histórico sigue pesando en el patriarcado, viendo a la enfermera sumisa y débil, frente a lo que realmente es, una guerrera, una persona  humana que reconoce la vida como el eje central del hospital y que en su cuidado esta no solo el respeto a la dignidad del cuerpo, sino a tratar en la espiritualidad y el amor al prójimo preservar la vida.

La violencia toma diferentes caminos, y se aborda desde la violencia obstétrica cuando nace el nuevo ser humano, pasando por violencia física, verbal, patrimonial, económica, alimenticia, invisible, estructural, sexual, psicológica, de acoso, hostigamiento, violencia política, feminicida, por prejuicios como lo destaca la OEA, y de género, violencia familiar, y seguramente muchas más.

Esta violencia está reservada a cometerse a través de diferentes mecanismos de opresión como: la invisibilidad, el prejuicio, la violencia, la discriminación, las lesiones, la muerte, la desaparición forzada, a que se someten personal de salud, entre ellas, las enfermeras en áreas de zona de conflicto;  estos mecanismos desde luego promueven, el estrés, y en muchas ocasiones al ser ejecutadas sobre todo las de carácter laboral, violaciones de los derechos humanos.

Vivimos en un mundo jerarquizado, androcéntrico, donde el patriarcado tiende sus áreas de poder en todos los espacios públicos y privados, si bien hay un avance de las mujeres, o de las enfermeras, los núcleos de poder continúan siendo hombres quienes en procesos colonizantes siguen sometiendo y controlando de manera genérica a las mujeres, y claro en algunos espacios de los servicios de salud a las enfermeras, tal y como se denuncia de manera recurrente tanto por la vía judicial, como a través de quejas en los Órganos Autónomos de Derechos Humanos, y por la vía de las contralorías internas. Lo que no se puede permitir es que las enfermeras no pueden ser tratadas en un marco de acoso, más bien las enfermeras al igual que todo el personal de salud debe ser tratado con base en su dignidad humana, base en el respeto a sus derechos humanos, a las libertades.

Tanto los grupos familiares, como las relaciones con los amigos, las colonias, las comunidades, como las organizaciones de la sociedad civil, como aquellas instituciones deben de impulsar estrategias para fortalecer las relaciones interdinámicas que se dan, por ello, se requiere de trabajar en cuatro aspectos dentro de las instituciones, primero en la confianza que se debe de establecer en el marco de un trabajo horizontal donde todos requieren de sentir el apoyo de todos y de todas; segundo, la identidad de pertenecer a un servicio, a un nosocomio, a un sector, es decir, la identidad de sentirme enfermera, con el prestigio que da los más de quinientos años de estar este servicio en manos de mujeres, hoy de hombres y mujeres que cuidan de la vida; tercero, los valores, privilegiar aquellos que responden al respeto de la vida, los principios y las virtudes sociales, y cuarto, el trabajo de convivencia que debe de establecerse en un lugar donde la vida depende de los cuidados, depende del amor al prójimo, y depende de los compromisos que tengamos como profesionales de la salud para curar y sanar, en ocasiones del cuerpo, en otras del cuerpo y del alma, porque también se necesita.

Finalmente, expresamos la necesidad de impulsar acciones para crear y desarrollar conciencia social y privilegiar el derecho humano a la vida, la dignidad humana, la espiritualidad, la tolerancia y el respeto.

Agradezco el planteamiento de la diputada Anita Sánchez Castro, quién en su reflexión dijo “que no se olvide, las enfermeras somos el alma y la médula de un hospital”, estamos al recibir a la vida, y estamos para atender cuando se va la vida. Anita Sánchez, lucha en el Congreso de la Unión con otras enfermeras diputadas por una mejor posición del sector.

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